martes, 15 de marzo de 2011

LA ORGANIZACIÓN SOCIO-ECONÓMICA

LA ORGANIZACIÓN SOCIO-ECONOMICA


(E N S A Y O)




Por: Tomás Montilla Díaz




Ahora que el modelo económico neoliberal (capitalismo), sin adversario ideológico, impone su régimen social, rampante e inmisericorde con la gran mayoría de la población mundial; urge una propuesta socio-económica que modere el ímpetu y acabe los yugos impuestos desde el capital, a la vez que propicie una sociedad más inteligente, organizada, disciplinada y funcional, en busca de la sinergia con el entorno, la institucionalidad y el individuo.

Hay nuevos elementos y circunstancias en el desarrollo humano, tanto espiritual como físico, que lo permiten y lo exigen. Son ejemplo la explosión demográfica y su ingente dinámica, el crecimiento de las comunicaciones y la globalización cultural, mayor tecnología y conocimiento, la implantación o consolidación de la institucionalidad que hoy, miope o infantil, está en desafortunada connivencia entre la institucionalidad Estatal y la Privada, entre otras.

Se necesitan nuevas miradas al ejercicio económico. Reubicar y connotar al capital dentro de la estructura económica, valiéndose de una mejor identificación y comprensión de la entidad, sus cualidades, relaciones, sus fuentes y funciones en la economía y la sociedad, según las experiencias, prácticas y entidades actuales en todos los campos de la actividad humana. Así mismo, no solo se infiere, se siente la necesidad de reestructuraciones y construcciones profundas en lo Social, que impliquen a la Cultura como piso matricial de toda actividad humana, al Estado como ente que personifica y formaliza la sociedad y su Institucionalidad como representante y ejecutora de los propósitos sociales, a la Ley en la medida del acuerdo social; de la misma manera que cambios profundos en lo individual a través de la Educación y los medios de Comunicación como forjadores del conocimiento y la conciencia humanas, extensivas a toda la dinámica cultural y social.

Estas son algunas ideas embrionarias y aventuradas; síntesis de algunos análisis particulares concomitantes, venidos de experiencias y campos cognitivos diversos; apenas esbozadas, cuyo propósito es llamar la atención de esa estampida ideológica y actitudinal, loca, sin brújula, en la que trasiegan las comunidades por caminos mercantiles, seudo científicos y hasta irracionales, cada vez más penosos, peligrosos e infructuosos. Se pretende indicar una dirección, que a nuestro juicio, es un horizonte que vale la pena mirar, pues se vislumbran caminos que no tienen los abrojos, que estos, a los que nos estamos adentrando y acostumbrando actualmente.

Estas ideas se circunscriben en el pensamiento estructuralista aplicado a la evolución y en la teoría general de sistemas (TGS) al identificar en el desarrollo evolutivo (de los sistemas abiertos, quienes tienen la capacidad de evolucionar positivamente) esa tendencia a organizarse y estructurarse cada vez más, a lo largo, ancho y hondo, dentro de una dinámica circular y/o fractal, como respuesta a otra tendencia totalmente contraria. Estas tendencias o fuerzas pueden circunscribirse o identificarse como las entropías negativa (neguentropía), tendiente a la organización y la entropía positiva (segunda ley de la termodinámica) tendiente a la destrucción. La tendencia a la organización, la que nos incluye y compete, venida desde el movimiento, con su construcción paulatina e inexorable, constituye una especie de ola organizacional que se mueve a manera de réplica del Big-Bang y bien puede identificarse como un soporte, cuerpo o línea básica del desarrollo y/o la evolución.

Estas dos tendencias (entropía y neguentropía) mantienen constante un estado latente de pugna de fuerzas denominado conflicto, en el cual están inmersas todas las cosas o situaciones del universo bien sean físicas o espirituales. Se incluye la espiritualidad con el convencimiento de que ella, vista objetivamente, no es más que el espejo analógico-emulador e incluso, posiblemente, hasta homologante de la realidad, lo cual podría considerarse como un piso objetivo en lo religioso. Sabemos con certeza que la subjetividad (sensaciones, emociones, sentimientos, pensamientos e ideas) son producto directo de la objetividad y como tal, a pesar de las diferencias fenomenológicas, obedece a las mismas leyes primarias.


Este es un pensamiento que pretende relevarse y validarse desde la sistémica concreta y compleja en oposición al método científico analítico-reductivo de los ambientes aislados, lo cual, este pensamiento (Estructuralista, Sistémico y Holístico), no constituye una simple visión genérica de lo humano y su universo y más bien es la ampliación del campo de observancia a través del reconocimiento de un mayor número (cantidad) y más diversos (diferencias) niveles de influjo y acción en todas las cosas que conocemos, según la entidad funcional donde se evalúe; en ese inmenso espectro que es el micro y macro universo, desde la medida humana, donde actúa una infinita cantidad de variables en intrincada dinámica de espacio, tiempo y movimiento. Es una metateoría teleológica que permite una visión muy amplia consonante con el interior y el entorno individual y social, imposibles de cuantificar, a pesar de los esfuerzos y avances de la matemática caótica en los sistemas dinámicos, cosa que talvez indique nuevos límites y nuevos espacios para las matemáticas y las ciencias exactas. Y aunque falta avanzar (naturalmente) en la observación del micro y macro-universo igual que en las demás orientaciones de la investigación y el conocimiento, existe toda una gama de estructuras y sistemas de diverso rango fenomenológico, tanto objetivos como subjetivos, muy amplio, perfectamente identificado y pertinente que sustenta la posición. Tal es el caso del ADN, la organización multicelular y los sistemas biológicos hasta llegar a los seres vivos que conocemos, sistemas planetarios, esquemas y estructuras lingüísticas y mentales, la institucionalidad y el Estado junto a una variedad de organizaciones sociales, métodos genéricos y científicos, en fin, toda una gama en todos los ámbitos y campos.

Para facilitar la comprensión podemos decir que el conflicto es, desde la termodinámica, esa pugna entrópica entre el caos y el orden, donde la acumulación de energía (propiedad de los sistemas abiertos, capaces de intercambiar fluidos con el ambiente) se convierte en neguentropía (entropía negativa) fuerza tendiente a producir mayores niveles de orden que contrarrestan, por lo menos temporalmente, el segundo principio de la termodinámica, la entropía positiva, fuerza que sustenta el proceso mediante el cual todo sistema tiende a desorganizarse, consumirse y morir.

Es posible afirmar, sin mayores prevenciones, que la vida no es más que uno de los máximos fenómenos emergentes a partir de esas fuerzas primarias neguentrópicas conducentes al orden y/o la organización.

Así, es claro que la neguentropía no contrarresta “solo temporalmente” el segundo principio de la termodinámica, pues esa tendencia organizacional constante a la que cotidianamente asistimos, son prueba de ello; obsérvese los sistemas orgánicos y la vida. Ocurre que la naturaleza no aplica sus leyes siempre bajo los mismos fenómenos o procedimientos, pues en los comportamientos emergentes se mantiene la ley aunque cambie la fenomenología y cualquier ley puede cambiar su fenomenología dependiendo de la organización, dentro de la cual ejercen diversos niveles de interacción particular (relación de niveles de ingerencia) con las demás leyes físicas universales, en cualquier momento singular o estadio evolutivo en que se encuentre. Todo depende de la organización. Se sabe por prueba científica directa, de la elasticidad de las leyes físicas universales, según los ambientes particulares a que se sometan, aspecto que determina las relaciones y resultados fenomenológicos e igualmente deja ver que entre más primaria o fundamental sea una ley, más elástica y diversa tal presentación fenomenológica.

Si bien la neguentropía, aparentemente no logra sostener en el tiempo el orden y la organización, directa y consecutivamente, pues, “no hay organismos vivos eternos”; y termina cediendo ante las fuerzas de la destrucción y el desorden, ella revierte el poder de la entropía positiva a través del fenómeno de la procreación, donde no solo la convierte en el mecanismo para sostenerse, sino, también para multiplicarse y cualificarse.

Se concluye que la neguentropía es una ley viva (dinámica) cuyo desarrollo le da una fuerza mucho más potente que la entropía positiva, como también que es la génesis de la evolución, igual, que la organización es la realización de la neguentropía y la meta constante del desarrollo. Llegamos a una renovada concepción del desarrollo en la que se reconoce que la organización es el atractor constante de la neguentropía y los comportamientos emergentes el premio espontáneo al logro organizacional.

De tal manera que la neguentropía, ley primaria y fenómeno en favor del desarrollo y máximos niveles de dinámica evolutiva para avanzar hacia estructuras equivalentes o superiores; el conflicto (estado latente, génesis del movimiento), producto de esa pugna entrópica íntima y dinámica interior semejante (circular y/o fractal), anterior y posterior a la acción; y la organización como el resultado emergente de la acción el conflicto y la reacción, hacen parte esencial del desarrollo evolutivo. Este es un proceso que bien podría resumirse en acción-conflicto-reacción-organización. Cada nueva organización es la consolidación de un nuevo espacio en cada una y/o varias estructuras sistémicas a la vez, constitutivas de un nuevo eslabón evolutivo. Así mismo cada nueva organización obliga al desplazamiento del conflicto entrópico hacia los siguientes nuevos espacios candidatos a nuevos componentes de las estructuras sistémicas en constante desarrollo. Podríamos decir que la evolución o desarrollo es el constante movimiento y desplazamiento del conflicto. Así mismo se puede establecer un dial donde es posible medir y evaluar la resolución del conflicto, en cuyos extremos estarían la destrucción o muerte y la organización o vida, aplicable en cualquier sistema concreto y complejo y que nos indicaría el nivel de pérdida o ganancia evolutiva (neguentropía).

Entonces, el conflicto, la acción, reacción y la organización, son fenómenos constitutivos de un isomorfismo o regla de valor general aplicable a cualquier sistema en cualquier nivel concreto y complejo, como es el propósito, encontrar y sistematizar para sí, de la teoría general de sistemas (TGS) y que por tanto puedan ayudar a dilucidar algo tan complejo y determinante como es el problema socio-económico.

Esta mirada del problema social a partir de la economía, no se hace desde la perspectiva de una clase social en particular. La concepción de lucha de clases, aunque cierta, no es, cuantitativa ni cualitativamente, tan determinante como se presenta y más bien es una interpretación unilateral del marxismo que no miró al hombre de la piel hacia dentro. Quizá porque en aquella época en que se identificó e instituyó la teoría de lucha de clases como la base del manual para desentrañar el engranaje socio-económico, el desarrollo del conocimiento no alcanzaba para entender que la mecánica de este mundo consiste en ser totalmente holístico y dialógico, cuya dinámica busca la sinergia y la sistémica, donde cada cosa del universo, sea física o espiritual, se influencia con todas las demás, directa e indirectamente, en un marco de reciprocidad que no es igualitaria pero si equitativa universalmente. La lucha de clases es solo una de las manifestaciones del conflicto socio-económico, circunscrito en la pugna entrópica del desarrollo y la evolución universal, donde las leyes o determinantes que lo mueven obedecen, precisamente, a esa legislación universal; leyes o determinantes que no se ven desde cualquier posición o miradas someras de la maraña económica.

Cuando decimos que la lucha de clases es solo una manifestación particular, tiene que ver, entre muchos otros, con eso de que el Marxismo no miró al hombre de la piel hacia dentro, porque el interior humano (de la piel hacia adentro), es suprémamente determinador del ejercicio económico, aunque la economía de hoy, fiel servidora de estos regimenes actuales mercantilistas, consumistas y monetaristas, algunas veces ignore deliberadamente según su conveniencia, desde los tiempos de Von Mises y Lionel Robbins, la importancia de la opción y las decisiones personales (cultura) en la dinámica económica. Cuando Carlos Marx estableció que: “El ser determina la conciencia”, (determinantes del entorno hacia el interior humano) cosa que lo llevó a estudiar exclusivamente el entorno y concluir que en éste se encuentran los principales responsables de las desventuras humanas, ignoró que la conciencia también determina el ser, (determinantes desde el interior humano hacia el entorno), con lo cual la excluyó de responsabilidades (ontogenia), compromisos (filogenia) y tareas muy importantes. Exclusión que en buena parte motiva la búsqueda de culpables y soluciones sociales fuera de las comunidades y sus propias acciones, a la vez que, en cierta forma y medida, les niega el derecho de ser los constructores directos de su destino (castración), sin la dependencia del patrón, el jefe, el capitalista o cualquier poder ajeno a su clase o al que su propia unidad u organización humana pueda generar.

En este mismo contexto, como parte del análisis respecto al “Ser” y la “Conciencia”, ayudan algunas reflexiones muy propias de la diferencia, que basadas en la teoría del caos reconocen que el valor de la diferencia radica en que cada diferencia genera autónoma y naturalmente tanto necesidades y capacidades como derechos y deberes particulares correspondientes a la naturaleza singular de esa diferencia. De tal manera que no es lógico y a todas luces no se cumple, que la conciencia, como entidad diferente al ser, pueda estar totalmente determinada o subordinada a éste.

Por lo tanto, lo holístico, dialógico, sinérgico y sistémico del universo más las particularidades emergentes de la diferencia, nos dicen que el fondo de las dificultades humanas y en consecuencia sus grandes retos, por inmensurable que parezca, esta en la contextualización de la humanidad dentro de la evolución universal, donde ponderar conocimiento, interior y entorno humano es el meollo de la cuestión.

También contribuye al ideario el que hoy se conozca más al ser humano. Conocimiento que le sirve para estar mas cerca y ser participe conciente, efectivo y coherente con el mundo que le rodea sin que los prejuicios discriminatorios lo marginen. Se sabe por ejemplo, que el hombre es una unidad cerrada, predeterminada, autónoma y autoactivante; con una flexibilidad capaz de modularse los trescientos sesenta grados (360º) el ciento por ciento (100%), según el entorno interpretado por los sentidos y complejos sistemas tanto neuronales como físicos. Es magia en el universo que ejecuta el tiempo a través del ejercicio, a una distancia ínfima de los demás seres del planeta.

Saber que en el interior y demás competencias personales, ejerce la misma legislación natural que en su exterior, deja sin piso toda esa construcción mitológica de lo humano y por lo tanto nos invita a planificar y decidir sobre nosotros mismos de una forma verdaderamente “aterrizada” y objetiva.

La organización socio-económica adquiere singular importancia porque determina sustancialmente todos los propósitos y construcción humana, de la misma manera que reclama los mejores esfuerzos y la mayor pulcritud de toda la especie, individual, social e institucional, dentro de una integralidad total, que facilite la sinergia, abierta y consecuente con la entropía; si de verdad desea vivir bien y en paz; de lo contrario será imposible por mas que hoy pretenda legitimarlo.

Lo social y lo económico son dos estructuras que interactúan íntimamente bajo altos niveles de reciprocidad y sensibilidad, pues el ejercicio económico es una sección especializada de la acción social, constituida para su propio sostenimiento. La función del motor respecto a la máquina o la de las mitocondrias respecto a la célula, guardando las proporciones, en el marco de la elasticidad de las leyes naturales primarias, es la misma que la función de la estructura económica respecto a la sociedad o superestructura social, consistente en la producción y suministro de energía. Esto permite considerar al dinero (sustancia de la economía) como otro estado de la energía, igual que la energía mecánica, lumínica o calórica; un estado de la energía dentro de la sociedad que bien puede llamarse energía social, con algunas ventajas muy propias y significativas, como la de almacenarse más fácilmente y/o convertirse desde los diversos ambientes sociales, en cualquier otro tipo de energía; incluso virtual si se lo mira desde la perspectiva del valor.

Es claro que la organización social determina sustancialmente la producción económica, pues las sociedades más dispersas, de pocos vínculos comunicantes y débil entramado social son las menos dinámicas y productivas, lo cual resalta, muy relevante, a la comunicación y a la velocidad del ejercicio económico, como factores primordiales en la economía y la sociedad. La comunicación es factor muy importante en la dinámica y capacidad productiva de una sociedad y está sustancialmente determinada por el conocimiento, su tecnología y la cultura, igual que por la sensibilidad, diversidad, cantidad y calidad de los canales comunicantes.

Es por eso que el in-equitativo sistema económico y la desgastada como precaria organización social se convierten en los más sentidos perturbadores de la dinámica social actual. La gran cantidad y tamaño de sus problemas, junto a la imposibilidad de respuestas, no son más que muestra patética de la incapacidad social a nivel organizativo, al carecer del entramado comunicante e institucional, para generar las soluciones y de la incapacidad individual, carente del desarrollo humano interior (personal), capaz de conjugar eficientemente con la dinámica social y lograr unas relaciones económicas mas justas para todos.

De tal manera que si se buscan soluciones efectivas para los grandes problemas de vida actuales, claramente es posible ver que deben buscarse en el engranaje y dinámica sinérgica del desarrollo individual, la organización social y desarrollo económico, todo dentro de un marco ideológico y cultural acorde al entorno real, en el que el estructuralismo y la sistémica compleja dentro de la evolución parecen tener las mejores interpretaciones para interactuar eficaz y eficientemente con el mundo que nos rodea.

Desde otro ángulo, vale decir que el estudio, conocimiento, manejo y aplicación separada de las diferentes ramas del saber, aunque haya permitido avances importantes en el conocimiento particular de cada una de ellas, han contribuido a disgregar y confundir el conocimiento, pues hay un abismo entre aplicarlo en los ambientes especializados o aislados de los experimentos, observaciones y estudios científicos y entre aplicarlo en los ambientes reales, complejos e integrales de lo humano, la sociedad y el entorno. Esta es una razón, muy influyente, para que en los ambientes cotidianos, populares y masivos, actualmente, no haya credibilidad en la ciencia o el conocimiento y proliferen masivamente los paradigmas religiosos, esotéricos, seudo científicos o totalmente arbitrarios, lo cual pone de manifiesto la importancia de identificar en lo individual y social, los campos que mejor perciben, bien el influjo del conocimiento o bien el influjo de la cultura, como también la identificación de los diversos niveles de factibilidad, incidencia y aplicación de propósitos y normas humanas igual que leyes naturales y universales. Porque debido a esas discrepancias conceptuales de la ciencia en sus diversos campos de especialización, sobre las mismas cosas o fenómenos, el conocimiento no ha podido penetrar clara y suficiente a la cultura, la cual es el ambiente humano donde se construye el piso del desarrollo. Debe aclararse que la cultura posee un saber grueso holístico, como el hemisferio derecho del cerebro, ya decantado de eso que llamamos conocimiento (hemisferio izquierdo o minucioso). Esta decantación se hace de manera conciente e inconciente, a través de la aplicación, comparación y evaluación funcional de las cosas, bajo criterios dinámicos y sinérgicos del valor, físico o espiritual, en el seno totalmente integral de los diversos grupos humanos.

El conocimiento especializado (individualización) y descontextualizado promueve el conflicto demasiado lejos de la neguentropía, incluso más allá de su tolerancia natural hasta propiciar los eventos explosivos y destructores que se viven actualmente. Esto disminuye la sinergia y hace que la acción humana no sea más que la aplicación de verdades a medias, ignorantes de la integralidad universal y promotoras del caos social e ideológico que vivimos actualmente, a la vez que frena el desarrollo evolutivo de la especie humana, punta de lanza de la evolución terrícola, probablemente del sistema solar y quien sabe que tanta parte de la galaxia o el universo.

Estamos frente a la imperiosa necesidad de integrar y contextualizar la validez de tanto paradigma que circula suelto por ahí paseándose por todos los ámbitos del seudo-conocimiento y la cultura, incorporando, entre otras cosas, mejores y claras delimitaciones semánticas, capaces de simbolizar, significar y particularizar en el cada vez más grande y denso espectro del ideario humano, delimitaciones necesarias para la flexibilidad de la percepción, interpretación y comunicación conceptual, acorde con la multiplicidad y flexibilidad de los procesos y fenómenos propios de la integralidad y el holismo. Una tarea muy difícil de realizar en una sociedad que solo la mueven los intereses económicos. Intereses económicos que no pueden ser el fin último de la intención humana (este aspecto constituye buena parte de la confusión), porque al final (reduciendo el zoom al campo de la conducta individual actual) lo que verdaderamente interesa a las personas es lo que provee el dinero, que para este caso (sin ahondar demasiado y conforme a la usanza en nuestro tiempo) es la satisfacción del deseo, el cual es una categoría humana con un inmenso contenido fisiológico y por tanto tendiente a la inconciencia e irracionalidad. Este deseo ha aprendido a identificar al dinero como sinónimo de su realización (satisfacción), aspecto que lo hace aflorar e invadir toda la dimensión humana (fisiología y conciencia) cada vez que está frente a él (la persona invadida por el deseo frente al dinero). Un deseo que, por esa equivocada interpretación de la libertad en el libre desarrollo de la personalidad y otros paradigmas individualistas desconocedores de la organización social, esta ante todo manejado por la anarquía irracional del sensorio que indisciplinado, sin educación y mal acostumbrado muchas veces sustituye la conciencia con el consecuente desorden individual, perjuicio, engaño, desconfianza y por ende desorden social. Esta nefasta relación y concepción ideológica de lo individual, lo social y lo económico tienen a la mayor parte de la humanidad en el caos y búsqueda de soluciones destructoras y dolorosas mientras unos pocos usufructúan tal desorden cultural, social y económico. Una nefasta interacción social en que la entropía positiva (desorden, destrucción y muerte) parece estar ganándole la guerra a la neguentropía (organización, desarrollo y vida) donde el hombre como delegado especial y dotado de la mejor herramienta, la inteligencia, le corresponde actuar pertinente y positivamente en favor de la organización y la vida.









































LO ECONOMICO


El aspecto económico, dada su función en la sociedad, de la misma manera que la energía en cualquier entidad funcional bien sea natural o artificial, es de elevada significación y exige el mejor trato, pulcro, equitativo y responsable.

Entendiendo la época actual como una de las primeras etapas del desarrollo evolutivo conciente, pues, seguramente el hombre y la sociedad, evolutivamente, apenas son un bebé, no es de sorprender que la inteligencia y sensibilidad humana actual se comporten y traten el aspecto económico infantilmente. Esta situación, claramente miope e irresponsable ha convertido el aspecto económico en el hito más grande de la sociedad moderna. Su relevancia minimiza peligrosamente todo lo demás y solo deja oportunidad a aquellos que soportan y fortalecen su entronización, como la individualidad, la libertad y el placer, entre otros, para dar forma a las más mórbidas fijaciones de la mentalidad actual.

Hoy hay muchas definiciones y conceptos de la economía, todos muy válidos dentro de su contexto, pero, como es uno de los propósitos de este escrito, ubicar el problema económico dentro del desarrollo universal, hay que maximizar la mirada para verla y comprenderla integralmente, tanto a la economía misma, como lo que ella constituye dentro del inmenso y complejo sistema estructural al que pertenece. Así las cosas, la economía es la versión humana del movimiento y manejo de la energía, la cual adquiere una dinámica singular en la medida que circula por los diversos espacios de valor humanos bien sean objetivos o subjetivos. Una energía que, al contrario de hoy, debe actuar funcionalmente acorde con su propia estructura económica y la sistematización sinérgica con las demás estructuras humanas, en pos de una mejor organización social y universal que a la vez propicie el hallazgo de las probables propiedades emergentes constitutivas de nuevos niveles de organización dentro del marco de esa ola organizacional, que como otras, a manera de réplica del Big-Bang, construyen el desarrollo y la evolución.

Esta energía social y con ella la estructura económica, debe cumplir cabalmente sus funciones, como en toda entidad estructural, para bien de la entidad misma y las demás con las que conforma la estructura superior, pues de lo contrario ocurren las atrofias, bien por exceso o defecto. Aspecto supremamente delicado, al tratarse de sensibilidades y valores humanos. En el caso del dinero, todos sabemos que, a nivel personal, el dinero corrompe o propicia las malas acciones bien sea porque se tiene mucho o se tiene poco.

Como el ejercicio económico incluye de manera simultanea elementos físicos y espirituales (materiales y simbólicos), éste puede considerarse como el movimiento (material o simbólico) del valor, real y subjetivo, dentro de la actividad y dimensión humana. Algo así como un espacio análogo y sensible a toda la dimensión humana donde el valor se mueve, crece y decrece, entre lo real y lo subjetivo y se estandariza a través del dinero para acumular, cuantificar y manejar. Un valor que cada vez más es representación humana capaz de interpretar (otorgar el valor) y generar (fuerza humana) servicio y en consecuencia cada vez más dependiente de la demografía sus acciones y su cultura. Al fin que la cultura, quien alberga el mayor porcentaje del espectro o estructura económica, es propiedad humana.

El ejercicio económico es un buen ejemplo de la flexibilidad, profundidad y capacidad de la naturaleza al ejercer y aplicar sus leyes, más allá de lo material. En él puede verse la variedad de formas en que se presenta la energía para lograr así una dinámica imposible desde una sola presentación material y fenomenológica. La energía representada en el dinero se mueve y se flexibiliza para transformarse y emplearse según las necesidades humanas que también son naturales. Se puede guardar y acumular, hacerla supremamente versátil al convertirla en capacidad humana (fuerza física o intelectual), en fin, todas las posibilidades que genera el ejercicio económico, son movimiento y transformación material y fenomenológica de la energía.

Por eso, para una mejor comprensión del ejercicio económico y consecuente revaloración de toda la producción intelectual que sobre el se tiene respecto a sus funciones, fuentes, relaciones, cualidades, en fin todas aquellas cosas que permitan identificarlo y usarlo mejor, este debe contextualizarse y proyectarse, denotarse y connotarse desde la perspectiva evolutiva-estructuralista-sistémica concreta y compleja, donde las fuerzas que mueven la actividad económica no solo nacen de cualidades humanas sino que obedecen la legislación natural más profunda. De esta manera conceptos como Valor, economía, dinero, mercancía, comercio, oferta, demanda, consumo, capital, entre muchos otros, tendrán nuevas acepciones que facilitarán y dinamizarán el propio ejercicio económico como también una distribución económica conforme a los intereses particulares de la mayor parte de la sociedad, donde ésta, la sociedad, se personifica. Es equivalente a decir que desde la perspectiva evolutiva-estructuralista-sistémica es posible una sociedad más justa para todas las personas, su entorno y su futuro.

Porque el ejercicio económico y toda la dinámica social que genera, no es más que el ejercicio entrópico de la naturaleza en el propósito organizacional y sistémico dentro y rumbo a su desarrollo.

A manera de resumen y asumiendo que el centro de la disertación es el capital, vale decir que:

Capital.- Es en esencia la sustancia que alimenta o promueve la dinámica económica y social.

Cualidades.- Las cualidades del capital, además de las propias de la energía, son su versatilidad como símbolo, al resumir un criterio tan amplio y complejo como lo es el criterio del valor.

Aunque en contra de la moral o la ética, aunque a veces parezca, o se sienta ofensiva o indigna su participación, en el dinero confluyen todos los valores susceptibles de la intervención humana. Si se trata de comprar, el dinero lo ha comprado todo y lo seguirá haciendo.

Relaciones.- No es difícil observar y entender la estrecha y directa relación del dinero con todo lo humano.

El capital tiene que ver con todo el ejercicio social, la construcción de la cultura y todo el desarrollo a partir de la actividad humana. La relación del capital con la sociedad ocurre de la misma manera que la sangre con el resto del cuerpo en cada uno de los seres vivos.

La forma como una sociedad piensa, asume y maneja el capital, determina toda la actividad, construcción y organización social, tanto física como espiritual.

Fuentes.- Al capital se le pueden atribuir muchas fuentes relativamente ciertas tales como el trabajo, la plusvalía, la cultura, el intelecto etc., aspectos que más bien podrían considerarse vertientes o ámbitos sociales de producción y circulación del capital. Si vamos un poco más al fondo, tratando de dilucidar su pertenencia, podemos ver que el capital no se crea desde el individuo sino desde el ejercicio social. Basta con observar que el capital se conforma a partir de una convención, lo cual es un producto que solo es posible desde la interacción de dos o más individuos, no desde uno solo.

Es claro que el valor del dinero solo ejerce en la perspectiva social, pues en nada sirve si no hay con quien negociar, cosa que cambia diametralmente su sentido de pertenencia.

Función.- La función del capital es eminentemente social, aunque su versatilidad le permita quebrarse y cubrir las necesidades individuales. La comparación del capital en la sociedad con la sangre en los seres vivos, permite comprender muy bien su función.

Más cerca de lo que nos ocupa, se puede decir que gran parte del problema socio-económico, en este tiempo, radica en la forma como se asume el estudio, conocimiento y manejo del ejercicio económico, que permite al capital injerencia exclusiva en todo el desenvolvimiento de dicho ejercicio, lo cual no le corresponde y solo es producto del ya mencionado trato infantil que nuestra sociedad actual da al aspecto económico.

Recordar que el ejercicio económico es una unidad dual, compuesta por la oferta y la demanda, que para nuestro caso es lo mismo que producción y consumo, compleja pero muy conocida, donde el capital solo es un sector de la oferta. Desde allí manipula y se envilece al ignorar su génesis y proveer sus frutos in-equitativamente a favor del capitalista. El capitalismo es un problema coyuntural de la época que debe cambiar, pues, además de lacerar y envilecer la dignidad humana, se convierte en un recodo evolutivo u “oscurantismo” que impide el fluir del desarrollo integral y la meta humana más digna y lejana en la infinidad de los tiempos. Un cambio que solo es posible en concordancia con otros muy sustanciales en cuanto a cultura, organización social y desarrollo individual, aspectos que acunan y recrean recíprocamente todo sistema económico.

En una sociedad que cifra su bienestar en el ejercicio económico, la lucha por las reivindicaciones sociales se ha planteado y efectuado sólo dentro de la oferta entre las fuerzas productivas (con los trabajadores) y el capital (con los capitalistas), situación parcial que emana la debilidad e incapacidad de reivindicar los derechos populares. Tanto el capital como las fuerzas productivas pertenecen a la misma mitad dual, la oferta; esto impide que las fuerzas productivas puedan incidir total e independientemente al capital. Se ignora el consumo, contraparte que en correspondencia natural recibe y soporta dialógicamente todos los componentes de la oferta.

Es importante entender la estructura económica y sus elementos en el ejercicio económico. Las fuerzas productivas y el capital comparten el mismo fin, la producción. Es más, en la medida que el capital es cada vez más representación de la fuerza humana capaz de generar servicio (fuerza productiva, energía versátil), el capital y las fuerzas productivas son la misma cosa en dos dimensiones diferentes, una material (humana) y otra simbólica, por lo tanto, en la dinámica económica no pueden antagonizar ni eliminarse y están obligadas a compartir la favorabilidad o desfavorabilidad de ese mismo fin común y complementarse. Esta hermandad e interdependencia entre las fuerzas productivas y el capital, la aprovecha el sistema económico actual para sustentar su tesis de la necesidad del capital y la empresa privada, al atribuirles la generación de empleo.

Frente a esta posición debe saberse que no es la empresa privada quien genera realmente el empleo, sino el capital, producto de un ejercicio económico integral. Fácilmente es posible separar al capital de la empresa y la propiedad privada quien si es la directa responsable de la distribución in-equitativa del capital y sus bondades.

Estas interdependencias, tan íntimas, entre los componentes estructurales del ejercicio económico, junto a una equivocada mirada o forma de asumirlo, ha hecho que las organizaciones sindicales y trabajadoras no hayan podido cambiar el régimen capitalista, a pesar de sus importantes triunfos y oportunidad en países como Rusia, China, Cuba, Alemania entre otros. Ocurre que cuando la dinámica económica se cruza con la dimensión humana, intereses y sensibilidades humanas (estado natural y cotidiano), (Sistémica concreta y compleja), se necesita acuciosidad y perspectiva (hilar muy fino mirando lejos) para ver los enlaces y alcances singulares en cada una de las situaciones de la dinámica económica, donde fácilmente es posible perderse y confundir la dirección de los diversos objetivos, bien sea humanos y/o económicos, entre otros, que pugnan, amistan y complementan según el espacio particular donde interactúen.

La contraparte totalmente correspondiente a la oferta es la demanda, traducida bien o mal, en el consumo actual. En el consumo podemos encontrar el canal regulador más directo y pertinente para cada uno de los ítems de la oferta (servicios, productos comerciales, alimentos, conocimiento, entretenimiento etc.), los cuales se pueden corresponder y materializar uno a uno desde la perspectiva del consumidor o la comunidad. No es posible que la oferta, hoy empresa privada, construya capital sin la intervención del consumo. Esto invita y permite a las comunidades mirar y actuar en otro espacio, como lo es la otra mitad del ejercicio económico, el consumo; si de verdad quiere contribuir conscientemente en la construcción, pertenencia y distribución del capital. Pero claro, esto solo es posible en una sociedad organizada capaz de desarrollar los acuerdos comunitarios y sociales, igual que una consciente y positiva intervención de la cultura.

La demanda o consumo tiene su origen en el interior humano, está fundamentada en la necesidad, es probablemente más compleja que la oferta y en contraste con ella no tiene dolientes ni quien ejerza práctica y/o teóricamente un ordenamiento o sistematización, que la intervenga eficazmente hacia múltiples propósitos, como moderar las arbitrariedades del capitalismo. Comparativamente podría decirse que permanece silvestre con una que otra organización institucional agenciada desde el capitalismo y proyecta una apariencia débil e informe que no es cierta. La demanda o consumo, como en toda dualidad, es condición indispensable para la oferta, que debido a su complejidad, dependiente, ante todo, del interior humano (muy desconocido aún) el hombre actual no sabe manejar todavía.

El consumo, determinado por la necesidad y ésta por procesos físicos, biológicos, cognitivos y culturales, encuentra en ellos el terreno y los instrumentos que se deben cultivar y manejar para contrarrestar el dominio del capitalismo. Aquí se vislumbra, para todas las ciencias humanas, un vasto horizonte experimental y cognitivo por recorrer y aprender, casi virgen desde la óptica económica, que seguramente daría luz a muchos aspectos o hilos del entramado económico.

El consumo es el único capaz de intervenir incisivamente el capital, además está bajo la influencia directa y exclusiva de las comunidades. En otras palabras, el consumo es el terreno o campo de acción propio de las comunidades mientras la oferta le pertenece al capitalista. La lucha social se ha dado solo en el campo de la oferta donde el capitalista tiene y maneja el centro de control. Qué pasaría si las comunidades trasladan esa lucha a su propio campo? El consumo, donde el control es exclusivo de las comunidades.

Sería todo un espectáculo ver como las comunidades; concientes de que es el consumo, el principal constructor del capital y de que todo ese despilfarro, ostentación e ignominia de la riqueza, se puede canalizar positivamente a favor de las comunidades a través de una conciente regulación y direccionamiento del consumo; Sería un espectáculo ver como construyen sólidos y verdaderos proyectos sociales en pos de mejores niveles de vida y bienestar.

Pero también puede suceder lo contrario; podríamos ver como simplemente igual, despilfarran y ostentan ignominiosamente, ante la razón, su propia riqueza. Porque el capital y la riqueza es una herramienta con la cual no solo se construye, también se destruye, pues es energía y se comporta como tal. Por eso, también es posible decir que el dinero o la riqueza poseen un hálito (como campo magnético, energía al fin) que agita y corroe la condición humana, del cual siempre hay que cuidarse.

El consumo organizado puede decidir cual será la oferta, quien el oferente, donde estar y a quien pertenecer el capital, máxime ahora que la oferta, en virtud de su bonanza e ignorante de su génesis, es eminentemente financista y deshumanizada.

Es importante reconocer e identificar en el capital connotaciones muy relevantes independientes de este capitalismo que conocemos. Saber que el capital no es exclusivo del capitalismo. El capital es un instrumento, producto natural del ejercicio económico, aplicable a cualquier modelo socio-económico. Igual que la naturaleza cuando desde el conflicto, la acción, reacción y organización, capitaliza la energía y la convierte en neguentropía, fuerza responsable de la evolución cuando al acumularse propicia, los comportamientos emergentes, constructores de los nuevos órdenes evolutivos; la misma naturaleza a través del ejercicio económico, capitaliza la energía representada en el capital, el cual es susceptible de convertirse en neguentropía y los consecuentes comportamientos emergentes en favor del bien común y no individual como actualmente ocurre, dependiendo del uso que se haga de dicha energía (capital) acumulada. En el contexto estructuralista, el capital es a la estructura social como la sangre al cuerpo o energía muscular es a la estructura física individual. El capital es la acumulación de fuerza y poder humanos, algo análogo a la unión comunitaria. El capital, además de energía, es otra dimensión de lo humano, es una forma emergente de individuo desprovisto de personalidad propia pero con todas sus facultades físicas e intelectuales al servicio, hoy, del capitalista, quien a través de la organización empresarial provee nueva personalidad al individuo. Solo basta ver como todas las personas, en su trabajo como empleados, deponen sus intereses, ideología o personalidad individual para poner todas sus capacidades al servicio de quien lo contrata, asumiendo un rol o personalidad institucional. Todo a cambio de una porción de capital convertido o convertible en energía personal y social.

Todo esto indica que el capital es elemento importante en la construcción social, es necesidad social acumular fuerza o capacidad humana, a través del capital, para los retos mayores, función que se deposita en la institucionalidad como estructura humana superior y más concretamente en el Estado por ser la entidad o institución que representa y/o personifica a toda la sociedad. El problema radica en que nuestra organización social y dentro de ella la organización económica, aun no posee la estructura sistémica capaz de darnos lo que necesitamos realmente, de proveer la verdaderas soluciones sociales y la sinergia necesaria para la acumulación y conducción de la neguentropía hacia los comportamientos emergentes y consecuentes eslabones evolutivos. He aquí un indicador de que nuestro desarrollo social aún es incipiente y se comporta infantilmente.

Este tiempo moderno es apenas el terreno por donde la evolución, y en ella la organización social, avanza actualmente en su inexorable camino, impulsada por fuerzas superiores a las decisiones humanas, que solo deciden la dirección, en busca de mejores estructuras sistémicas y mayores niveles de organización que den paso a los resultados emergentes que la organización naturalmente depara. Podría decirse que el motor de este avance organizacional a través del desarrollo, son las fuerzas y leyes universales y naturales, mientras la inteligencia humana apenas le corresponde conducir aquí en la tierra.

Esta es la génesis del conflicto humano actual, con su propia dinámica singular correspondiente a las particularidades de la especie y su momento. Un conflicto que habrá de resolverse con las acciones, reacciones y organización de los individuos, las instituciones y la sociedad entera; mayúscula tarea social, del Estado, las instituciones y los individuos de hoy. Es una responsabilidad superior al de cualquier empresa por posicionarse en todo el mundo, o al de cualquier Estado por ser el más rico, el mejor o el dominante. Vivimos una época de individuos, instituciones y Estados ignorantes de que el bienestar individual solo es posible en la medida del bienestar de todos, peor aún, ignorantes conscientes. También ignoramos que cualquier exclusividad es discriminante y nos sustrae del poder y la fuerza de la unión y la organización; máxima tarea o aspiración de la materia y la energía; cosa que nos hace débiles como entidades individuales, además de impedirnos el disfrute de la simpatía que por naturaleza genera la igualdad, una especie de goce de la consonancia humana de la misma manera que la transmisión de movimiento o vibración a través de la identidad sonora, igual que se ríe cuando solo se ve reír o, en la calle, se siente miedo y se huye con simplemente ver huir.

En términos Marxistas el capital es la acumulación de la fuerza de trabajo a través de la plusvalía. Pero quizá haya que complementar o ampliar la cobertura semántica del término plusvalía, si se trata de reconocerla como generadora del capital, pues esta es un fenómeno o efecto que ocurre en las relaciones de valor dentro de la actividad y condición humana, fundamentalmente el trabajo.

Es necesario aclarar que el capital tiene origen eminentemente social, pues no lo construye un individuo o grupo particular de quienes intervienen en el ejercicio económico. El capital es el resultado de la suma integral de dinámicas individuales idénticas o congruentes en las que intervienen un conjunto de prácticas, sensibilidades, elementos y connotaciones humanas de valor, donde el valor es un criterio convencional y dinámico que se mueve y construye positiva o negativamente, dentro y fuera del ejercicio económico, influido constante e integralmente por toda la dimensión humana y su contexto, dentro de la sociedad. De ahí la dificultad para conocerlo y sistematizarlo totalmente.

El capital es un bien que se construye socialmente, de manera integral, a través de la oferta y la demanda, por lo tanto no solo se debe al capitalista y a las fuerzas productivas, también se debe al consumidor, aspecto muy relevante porque implica nuevas connotaciones de pertenencia, de las cuales las comunidades deben tener conciencia para actuar en consecuencia, competencia y pertinencia.

Así como se habla de la internacionalización, una especie de socialización, de algunos hitos ecológicos, energéticos y culturales, tendrá que hablarse de la socialización del capital. Este es un bien producto de un ejercicio social integral que como tal debe pertenecer a toda la sociedad y que seguramente cambiará de forma para acomodarse a las exigencias evolutivas de las diversas estructuras sociales en el futuro, pero no de fondo, permanecerá como herramienta para la acumulación y depósito de la capacidad de acción social.

Producto de esa forma unilateral de asumir el ejercicio económico y el particular interés del capitalismo, el desarrollo teórico y conceptual de la oferta ha alcanzado los mejores niveles y dan forma al grueso del componente académico de todas las ciencias económicas, a la vez que, como un velo, impiden ver los hilos encargados de mover todo el engranaje económico.

Aunque existen muchos factores y elementos físicos y espirituales constructores de bienestar y calidad humana, la oferta y la demanda son el eje de la actualidad, un mundo miope al que lo mueven fines eminentemente económicos. La oferta ha cualificado sus métodos comerciales y productivos, especializado en identificar la necesidad desde el sensorio y la inmediatez construyendo el mundo desde el capital para el capital. La demanda ha degenerado en consumismo al soportar inerme todo el asedio de la oferta a través de los medios masivos de comunicación y otros campos de la construcción humana muy importantes pero que se degradan al ponerse al servicio de los intereses económicos, tales como la política, el Estado y la educación entre otros. Las demandas son sustancialmente ficticias, distorsionadas o sobre valoradas, en un flagrante desorden e incoherente desarrollo de lo económico, social y evolutivo.

El capital y la oferta han trascendido la conciencia hasta los hábitos y la cultura, a la vez que el mayor porcentaje del entorno citadino, principalmente el ostentoso, lo constituye la institucionalidad oferente. Esa presencia valorativa, simbólica y dominante del dinero en todo el trayecto y espacios (espectro) del conocimiento individual y social (conciencia, inconciente, hábitos, costumbres y cultura) es, considerablemente, el elemento causante de la degradación social, al desplazar a otros valores importantes, soportes de calidad humana.

Además, hace rato que el capitalismo creó una coraza en la que todos los instrumentos de confrontación popular rebotan para que el daño caiga nuevamente en el pueblo. Cambió su pensamiento y sus métodos para ganarle el pulso al marxismo mientras las organizaciones sociales, obreras, campesinas y sindicales continúan rabiando y pataleando inútilmente en medio de las huelgas, los paros, las manifestaciones, las movilizaciones o levantamientos populares, carentes de pertinencia organizativa.

También hay que aclarar que no es una mera decisión económica la que garantiza el bienestar que se busca. Aunque en esta coyuntura social la distribución del ingreso y concepto del valor individual y social es un problema urgente de resolver, cosa que seguramente se hará, la humanidad tendrá que recorrer mucho camino y librar muchas batallas en su interior y el entorno para obtener su cielo terrenal.

















LO SOCIAL


Somos una sociedad joven, inmadura, talvez madurada a la fuerza, sin el tiempo necesario para el normal desenvolvimiento de los procesos culturales y sociales, entendiendo que tales procesos tienen sus raíces más allá del intelecto y la ley, pues los procesos fisiológicos, la cultura y las tradiciónes son fuertes soportes (plataformas computacionales) que determinan incisivamente el comportamiento humano. Decantar como muy pocos en el mundo, en tiempos muy cortos, los acerbos culturales de tres razas, las avalanchas científicas y tecnológicas, diversos modelos económicos, sociales y políticos, todo junto, basados en experiencias ajenas, con diversos porcentajes de injerencia en cada una de las regiones, una pobre experiencia y bajo nivel intelectual. Algo parecido a los rezagos intelectuales y emocionales, que quedan de ese todo vivido al término de una jornada vacacional o seminario empresarial intensivo, con itinerario guiado y asistido, donde se habla de tanto y a la manera ajena, en el que no hay oportunidad para la asimilación desde la individualidad de cada uno de los asistentes. Esto, más la ingente necesidad de lograr un lugar digno como personas, pueblo, nación y sociedad, ha generado en el seno social, choques culturales, económicos, cognitivos, ideológicos y generacionales casi imposibles de resolver.

Colombia, igual que la mayoría de los países del mundo, es una comunidad sumida en la sobre vivencia, la desesperanza, sobre todo confundida ideológicamente y asfixiada por el asedio cultural chatarra y consumista de los medios masivos de comunicación, perfecto ambiente forjador de vicios, estigmas, manías, fanatismos, insensibilidad (distorsión de la sensibilidad) y todo tipo de malas costumbres y sentimientos.

Los principales constituyentes de la cultura en Colombia y Latinoamérica ejercen desde unos 300 y 500 años atrás, mientras en los países desarrollados la implantación y constitución cultural es superior a los 2.000 años, además de no haberse instaurado tan traumáticamente abrupta. Pero, aquí, también hay que decir que aunque son lógicos y comprensibles los resultados, tal situación social no puede convertirse en excusa del subdesarrollo y al contrario, como dicha situación también tiene su ganancia, libres de prejuicios, identidades rígidas y profundas raíces culturales retrógradas, se puede hacer de la juventud de la cultura una ganancia que permita decantar lo mejor, desechar lo dañino y construir sobre las nuevas y renovadas estructuras que a todo nivel la necesidad, el desarrollo fisiológico y el conocimiento deparan. Es una inmadurez social que debe reconocerse para que la necesidad de los cambios se manifieste y el desarrollo se convierta en uno de los principales propósitos sociales.

Hacer una valoración social, desde la óptica sistémica, requiere de su propio tiempo y espacio, debido a sus singulares complejidades, pues, hoy, resultaría incompleta y probablemente irrelevante puesto que aún no hay antecedentes reseñados desde su propia mirada por falta de un cobertor teórico totalmente terminado sobre la materia. El estructuralismo floreció principalmente en los campos del lenguaje y dio paso a la teoría general de sistemas que apenas se reconoce a si misma e identifica su vasto campo de acción, sin la trayectoria experimental que requiere para estos propósitos.

Pero si asumimos la evolución como ese proceso dinámico en que las partes del desarrollo (estructuras sistémicas) se construyen dialógicamente, podríamos decir que es el momento en que a la organización social le corresponde actuar y dar el paso, pues otras partes o estructuras sistémicas muy importantes ya lo hicieron (conocimiento, tecnología etc.) y esperan la complementación social correspondiente, pues esa es una exigencia natural del desarrollo a nivel del estructuralismo; en la medida en que una estructura avanza creando nuevos elementos, tales elementos necesitan de otros correspondientes en las demás estructuras para que pueda darse el dialogo, interrelación holística y realización propia y plena a partir de sus nuevas ventajas y características.

Ahora, para dar ese paso en organización social es necesario reconocer que tenemos serias deficiencias organizacionales, las cuales, dentro de cierta relativa percepción y concepción del desarrollo en las sociedades actuales, pero en forma precisa si miramos los elementos constitutivos de ese desarrollo, tales deficiencias son quienes definen y ubican las sociedades en uno u otro nivel de dicho desarrollo.

Como ejemplo de esas deficiencias se puede citar la incongruencia o falta de sinergia entre individuo, institucionalidad, Estado y sociedad en Colombia, cosa que anula sustancialmente el desarrollo social, pues, aunque aparentemente se tiene una organización similar a la de otros países que actualmente viven mejor, es claro que aquí no ocurre lo mismo, sencillamente porque solo se ha copiado la forma, pero no se ha incorporado realmente en el seno cultural y social, ocasionando entonces tan solo la apariencia, que para nuestra clase gobernante y demás grupos élites del poder, es suficiente y les permite usufructuar tal organización aparente, pero en la que ni la clase gobernante, ni los grupos élites, ni nadie, cree y respeta, conformándose así la tan trajinada doble moral y perdiéndose entonces lo más importante, el acuerdo y compromiso social, esencia de la organización.

En Colombia, igual que muchos otros países del mundo, aunque se tiene toda una institucionalidad y legislación como muestra de una moderna organización social, es claro que los valores individuales desplazan, perniciosos, a los valores sociales. Esto constituye un aspecto muy determinante en la organización social que sesga la dirección del avance y desarrollo y por lo tanto exige crear los elementos organizacionales a nivel social, que soporten las fuerzas que desde esta condición se emanan y de esa manera corregir tal sesgo.

Esta apariencia o superflua organización social solo sirve de parapeto para intenciones soterradas y apetitos individuales malsanos. Por eso la mayor parte de la institucionalidad (Estatal, privada, religiosa, cultural y social) es totalmente ilegítima, pues banderas como la Institucionalidad y la Ley por parte del Estado, el Servicio Social de las Organizaciones no gubernamentales, Justicia Social de los grupos armados de izquierda o derecha, se han convertido en simples pretextos que disimulan o camuflan otras intenciones individuales o grupales, dejando a la masa social en pleno peligrosamente (para todos) desprotegida.

Al final solo queda esta desconfianza y confusión social en que se vive, que impide la organización, pues no es posible garantizar el cumplimiento de los acuerdos, los planes y la perspectiva social, de tal manera que no queda más que un conglomerado humano anárquico, mal acostumbrado y de pésimos hábitos, sumido en la inmediatez y el consumismo, ambiente propicio para la morbilidad económica, quizá propósito de los grupos económicos dominantes que sí están organizados conforme a sus particulares intereses.

Este estado o condición humana en la que lo individual desplaza lo social, tiene importantes connotaciones integrales para la organización social y consecuente nivel de vida de cada uno de sus individuos. Este aspecto implica lo más profundo y todo el entorno de la estructuración social, lo influye todo totalmente, (integralidad), lo cual, si se acepta como real, respecto a la situación y condición humana, junto a todas sus incidencias y conexiones, exige que toda la legislación, acuerdos y planes sociales, considere y lleve implícito su influjo. Debemos saber que, en nuestra cultura, a la hora de decidir o actuar, lo individual prima sobre lo social, condición que incluso está más allá de nuestra racionalidad o conciencia. Esto es algo que debe considerarse en toda nuestra legislación, organización, propósitos y acciones individuales de proyección social, lo cual, seguramente desembocaría en una legislación más elástica y minuciosa y consecuentemente igual para la organización, los propósitos y las acciones, todo, dentro de una democracia más profunda en la que lo delegatario pierde vigencia y valides. Quizá sea necesario que nuestros delegados solamente tengan competencia para decidir sobre lo formal y funcional.

Debe reconocerse que hay un desproporcionado ejercicio de la individualidad, cuya canalización (en términos psicológicos) hace que se sienta menos la necesidad de la organización, razón por la que casi no se cree en ella. No se cree que las comunidades sean capaces de organizarse socialmente, de crear una institucionalidad que soporte tal organización, pues se dice que no existen las condiciones internas en cada uno de los individuos que les de la potestad para tal fuero y se prefiere cómoda y equivocadamente delegar, lo cual deja como consecuencia el subdesarrollo y seguramente cosas mucho más dolorosas en la medida que, por ese poder capacitador del ejercicio (explicado más adelante), o canalización, las personas son cada vez más tolerantes y resistentes (se acostumbran) a la vez que los grupos élites organizados se especializan en usufructuar el poder institucional y en exprimir los diversos conglomerados humanos.

Pero si bien es cierto que al mirarnos unos a otros, con todas esas tendencias mezquinas e individualistas, el sentido común no permite creer en la organización como el camino actitudinal hacia unos verdaderos y mejores niveles de vida para todos, también es cierto que en la perspectiva del desarrollo no hay otro que garantice esa equidad integral y total que se busca y por difícil o incomodo que parezca, no queda más que apelar al intelecto y su conocimiento de la historia y todo el desarrollo de la biología y lo humano para saber y obligarnos a ejercer la organización de tal manera que se introyecte e incorpore en la sensibilidad y la fisiología, para que cada vez sea más amplia íntima y profunda, social e individualmente. Parece que estamos en la encrucijada de la opción, de darle primacía a lo individual o lo social, según lo que a nuestro juicio creamos que es lo mejor, en cuanto a que tipo de desarrollo humano elegimos.

Dentro de esta misma idea sistémica-estructuralista, que también es holística o integral, pues la concepción da por sentado que toda estructura o sistema a la vez que contiene esta contenida en otra u otras estructuras sistémicas, además de intersecarse con otras más, se asume la organización social, por cuestión de método y para este caso en particular, como esa superestructura en la que se destacan dos grandes componentes o estructuras como son el interior y entorno humano, los cuales determinan y conforman sustancialmente la entidad y actividad social.

Es de destacar, como un ámbito tan pequeño, en cuanto a espacio, no en contenido (el interior humano), pretende y resulta ser tan reactivo e influyente ante otro tan grande, el entorno, dejando ver que la complejidad y el contenido no se relacionan en proporción directa con el tamaño o espacio. También es interesante colegir como una parte de eso que llamamos evolución, ocurre desde lo más pequeño hacia lo más grande. Una gran explosión organizacional en la que el hombre (por tener, aquí y ahora, la inteligencia más desarrollada) parece jugar el papel más importante.


Estos dos componentes (interior y entorno) se identifican, por cuestión de pertenencia, respectivamente con lo individual y lo comunitario, eslabones que en la cadena evolutiva de lo humano son contiguos y están en la escena actualmente resolviendo los conflictos propios de ese transito natural entre lo individual y social, donde los más sentidos y que prometen mayor beligerancia son los económicos, que ante todo necesitan un nuevo contexto de lo público y lo privado, seguidos de los religiosos, que tal como se conciben actualmente, deben redefinirse sustancialmente, para caber en las nuevas concepciones que el desarrollo depara, lo mismo con los conflictos políticos, que ante todo, necesitan un movimiento o traslado de acepciones y valores morales, éticos, culturales y cognitivos entre lo individual y social.

Entre el interior y el entorno, entre lo individual y comunitario se cierne actualmente el desarrollo humano; coyuntura en la que suceden los conflictos cuando las fuerzas entrópicas establecen el quiebre evolutivo dentro de ese avance explosivo inexorable de la ola organizacional. Algo así como la descripción que Marx hace del establecimiento de unas nuevas relaciones de producción debido al empuje e injerencia constante de las fuerzas productivas, lo cual es una genial forma de observar e identificar dentro del ejercicio socio-económico el avance y encuentro de las fuerzas antagónicas del desarrollo, en las que el compromiso humano es tomar partido en la neguentropía como hijo y parte de ella.






EL INTERIOR Y ENTORNO HUMANO


Desde que la naturaleza delegó al hombre capacidad de prever resultados a partir del pensamiento y usar instrumentos, el ser humano se ha dedicado a intervenir el entorno únicamente, con la convicción errada que esa es su meta. Ha olvidado que dentro de si mismo hay un campo para cultivar y construir, incluso más grande y fructífero que su entorno, el cual, en la medida humana, es de mayor competencia y derecho.

Si se tratara de identificar los mayores campos de construcción y competencia humana, no serían las diversas ramas del saber o las grandes divisiones del espacio o el entorno, sino que, las dos grandes divisiones de estudio, conocimiento y construcción serían el interior y el entorno humano. No es tan descabellado pensar que la piel es la división de dos mundos igual de grandes y complejos. Por eso, esa falta de atención al interior, donde nacen las acciones, es otra fuente que contribuye a los desórdenes individuales y sociales, en el que el particular y estrecho modo de valoración del método científico es el mayor responsable, no por él en si mismo, o su valor intrínseco, el cual es de mucha relevancia, sino por su valor y posición en la conciencia y medida humana.

El interior humano es todo ese inmenso e inexplorado territorio que lógicamente el hombre apenas empieza a asomarse hacia él. La Naturaleza, Dios, la Evolución lo ha construido paulatinamente, desde la más incipiente forma de vida orgánica hasta la más compleja (el interior humano), como respuesta ante el entorno. De tal manera que es apenas lógico que la cultura de la transformación esté enfocada hacia afuera.

Atendiendo a la sistémica y el holismo, igual en todos los seres vivos y cosas del universo, donde cada entidad contiene toda la legislación natural de su rama evolutiva hasta su momento, en cada interior humano, está contenida toda la legislación universal, en su máxima expresión, aplicada tanto cuantitativa como cualitativamente, por lo que en los propios términos humanos, es la unidad evolutiva conocida más desarrollada hasta ahora; aclarando que ese grado de desarrollo se mide según el nivel de contenido organizacional y funcional de cada cosa.

Si se acepta a la organización como un fenómeno del desarrollo evolutivo que avanza a manera de onda desde el interior hacia el exterior del universo (sin ser la única), en el que la inteligencia humana es la cresta de dicha onda, se concluye que el nivel evolutivo y de desarrollo organizacional es superior en el interior del hombre que en su exterior y que por tanto, fenómenos tan controvertidos para el conocimiento actual como la vida, los sentimientos, algunas transformaciones energéticas, las cualias, el pensamiento etc., no son más que soportes organizacionales y funcionales de la naturaleza en aras del desarrollo, que probablemente habrán de implementarse u homologarse en el entorno, como es la usanza natural, al implantarse el desarrollo a través del paso de la ola evolutiva.

Entonces podemos decir que los paradigmas de la ciencia y sus métodos, tal como la concebimos, son apenas la forma y fuente incipiente de conocimiento que necesita revaluarse e implementarse de interpretaciones, conceptos e instrumentos más abiertos, sensibles y mejores que permitan detectar y sistematizar ese mundo aún desconocido para la conciencia humana. Se dice desconocido para la conciencia humana (pensamiento, conocimiento e inteligencia) porque es posible que para la fisiología cuyo mayor desarrollo es la sensorialidad, las emociones y en parte los sentimientos, tales fenómenos, estén suficientemente conocidos y sistematizados, claro, a su manera, de acuerdo con sus propias posibilidades (más globales) que son “menos capaces”, “menos veloces”, menos minuciosas” en términos humanos, que las de la inteligencia, ante lo cual, conforme al tiempo de maduración o desarrollo de la sensorialidad respecto al de la inteligencia, el pensamiento puede estar en desventaja frente al sensorio; sobre todo, a manera de ejemplo, en el manejo de los canales que elicitan la acción, que para estos casos son manejados, en mayor porcentaje, por el sensorio; razón por la que tantas veces las acciones son incongruentes con el pensamiento.

Referentes como estos dan vida al refrán “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Donde el diablo es la carne (Fisiología) y Dios lo ideal (Conciencia). Hoy, se conocen algunas interpretaciones religiosas y filosóficas, de antes y de hoy, que comulgan en lo fundamental con esta posición.

Ahora, conforme al desarrollo, la sistémica y el holismo, es claro que el hombre desea y hasta necesita (como punta de lanza del desarrollo que es) conocer, sistematizar y conducir el mundo tanto en su interior como en su exterior. La pregunta es, cuales son las herramientas y criterios para cada caso. La respuesta no es tan sencilla y aún se cocina en las calderas del conocimiento y en cierta forma estos párrafos tienen la intención de presentar posibles direcciones para nuevas miradas y posiciones al respecto.

Así mismo, también es claro que en la sistémica existen diversos niveles de enlace para las estructuras o unidades evolutivas; nivel que determina la clase de criterios y más enlaces de tales unidades. Por ejemplo, es diferente la forma (modos y cosas) como interactúan sinérgicamente (como unidades estructurales y sistémicas) los elementos y sus moléculas dentro de una célula, éstas en un organismo biológico, los órganos dentro de un ser vivo y los seres vivos en la familia, como también la familia en la comunidad y esta en todo el contexto social, igual como interactúan las personas con la institucionalidad, el Estado y la comunidad internacional. Esto hace pensar que es necesario desarrollar, descubrir y crear muchas herramientas para percibir el mundo y enriquecer la conciencia y la capacidad de acción, individual y social, remitiéndonos entonces a la necesidad de acudir no solo a la construcción del entorno sino también al interior de cada una de las personas, cosa que quizá implica además de la construcción mecánica, eléctrica, física, biónica etc., también y exclusivamente la construcción biológica, conciente y sistematizada que respete y fortalezca la individualidad humana. La construcción mecánica, eléctrica, física, biónica etc. hacia el exterior y la biológica hacia el interior dado que ese es el método que sabe usar y manejar la naturaleza para construirlo.

Entonces, volando con la imaginación, es posible que la perspectiva de la construcción biológica nos permita ver cuanto podemos construir en nuestro interior; que además de las lógicas construcciones culturales y biológicas que con seguridad espontáneamente ocurrirán o seguramente debamos hacer, hasta nos atrevamos a la implementación, en la fisiología humana, de algunas capacidades especiales y por que no algunos sentidos existentes en otros organismos vivos inferiores que el hombre por cuestión de pertinencia evolutiva no desarrolló. Esto es posible en la medida que la naturaleza no destruye u olvida nada que le haya sido útil y solo lo duerme en espera de lo que propicie el entorno; Es posible porque la evolución no es cambio sino suma, por lo cual en cada estructura biológica esta implícita toda la legislación universal básica para partir hacia cualquier horizonte evolutivo; razones para que cada uno de estos sentidos y demás posibilidades biológicas estén escritos o incluidos en alguna parte de los genes o su combinación, dentro del genoma humano. Para ello bastaría que la conciencia “convenza” a la fisiología de la necesidad de implementar las transformaciones. Los caminos para tal convencimiento pueden ser muchos, resumibles en artificiales y naturales, donde los artificiales, por la falta de experiencia, la calidad humana y otras tantas cosas más, resultaría peligroso y hasta menos predecibles al aplicarlos, mientras que los naturales serían los más sanos, digamos que por ahora, dada su espontánea integralidad y consecuente sinergia.

El hombre, una de tantas formas de vida orgánica, como todos los seres vivos, tiene como inicial y principal objetivo sobrevivir, elevada forma de neguentropía que tiene su propio desarrollo estructural y sistémico concomitante con el desarrollo social. Los seres más primitivos solo se preocuparon por la sobre vivencia individual, pero en la medida del tiempo y el desarrollo éste sentido de sobre vivencia se amplia cada vez más. De los seres unicelulares que solo se preocupaban por si mismos, se paso a los multicelulares que poco a poco se fueron preocupando por sus hijos, luego animales mas desarrollados por su núcleo familiar, otros como los caninos o los suricatos por su clan o su tribu, cosa que pasó idéntica a los seres humanos. Posteriormente con el sedentarismo (Ambiente de construcción, de necesidades, satisfacciones y sueños mutuos) viene un sentido de sobre vivencia más amplio como el de ciudad y región, o el de raza y país. Hoy los mas desarrollados promulgan por la especie, y aún más, otros promulgan por la vida en el planeta respetando a cada ser como parte de la misma hermandad que realmente es.

Este sentido de sobre vivencia tiene una profunda implicación con el sentido del yo, el cual también se desarrolla paralelo al de sobre vivencia, ampliando su cobertura hacia una estructura o sistema más grande, incluyendo hoy la institucionalidad, el Estado y toda la sociedad. Lo que ocurre es que estos cambios evolutivos subjetivos tan grandes no suceden así de pronto, pues la inercia es otra ley universal. Igual que el paso de lo unicelular a lo multicelular, al hombre individual le está costando mucho avanzar hacia lo social. Aquí nos asaltan interrogantes como, hasta donde el ser humano es una unidad cerrada predeterminada y autónoma, o si es su propia decisión serlo, como y cuanto. Parece que tal duda y cuestionamiento es parte de la flexibilidad necesaria que deben tener las estructuras sistémicas en cuanto a criterios y enlaces con el entorno, destruyendo la actual visión maniquea y dando cabida a todo un espectro de niveles y clases de interacción sistémica.

Es inevitable imaginar como la organización construye tanto la sistémica como la individualidad, como la sinergia, a la vez que resta individualidad (libertad) a los elementos que aglutina, le proporciona individualidad al ente que conforma con dichos elementos, pues, toda estructura sistémica, a la vez que aglutina los individuos, constituye una entidad individual desde la obligada interacción sinérgica de cada uno de esos individuos. Individualidad no solo en la forma sino también en el fondo, con capacidad autónoma y autoactivante. Este ejercicio constructor, esencia de la evolución, puede considerarse desde un proceso inferior, a partir de dos magnitudes básicas, Tiempo y Espacio y un fenómeno también básico, el Movimiento, que consta de agrupamiento, identificación, unión y construcción de individualidad en la medida de la intersección y la compenetración (según cualquier tipo de afinidad) entre las diversas entidades interactuantes. Proceso que se puede considerar en un nivel más desarrollado y que consta del agrupamiento (fortuito o conciente), seguido de la identificación, la organización, sistematización, nueva unión y reorganización a partir de elementos subjetivos como sensaciones, sentimientos, deseos, perspectiva e intereses comunes; las acciones y posteriormente los cambios que generan otros nuevos elementos y una vez más reiniciar el proceso. También es inevitable imaginar como a partir de la organización y la sinergia se crea la subjetividad, interesante tema que seguramente ocupará otros momentos.

El estructuralismo o sistémica, como todas las cosas en el universo, no tienen un desarrollo lineal u homogéneo. La comunicación y enlace de las estructuras o sistemas no siempre es físico o de una sola índole, por eso la necesidad, dentro de la naturaleza, de la flexibilidad y los cambios de la energía o la materia. Entre menos contacto o conducción física tengan los enlaces sistémicos, es más difícil que se efectúen y por tanto exigen mayor tiempo. De ahí que los enlaces para la organización multicelular en la sopa evolutiva haya demorado tanto y el hombre (semejante a los unicelulares) tendrá que tener una presión importante del entorno como también hacer importantes esfuerzos individuales para avanzar hacia lo social (multicelular). Esta situación requiere que el hombre haga mayor uso de su inteligencia, importante cualidad emergente natural, creada precisamente para imprimirle velocidad al desarrollo.

De tal manera que construir una fuerte organización social que haga buen uso de herramientas como la energía, la institucionalidad, el Estado, la ley, la comunicación, el conocimiento y la cultura, es la tarea actual que garantizará la sobre vivencia y por su puesto lo que se anhela, mejores niveles de vida para todos.
















LA TEORÍA DEL EJERCICIO.


Si bien la precaria organización social como el in equitativo sistema económico actual, son un lastre, también son ganancia, pues en el fragor de la actividad diaria de las personas en la lucha por sus intereses y la vida, se crea una situación que propicia en cada una de las personas ( el interior humano) una práctica o ejercicio proyectado a lo social como ninguna otra, que en la medida de la repetición constante de sus acciones a través de la rutina cotidiana de la vida, capacita y habilita enormemente para ir tras las soluciones que se buscan y deben llevarse en el equipaje individual y social por el camino del desarrollo.

Debe saberse que la evolución, obedece a fuerzas universales que, en buena parte, escapan de la voluntad humana. Y si no, porqué a los gamines no los atropellan los carros? La respuesta a este interrogante puede mostrar en primer plano al ejercicio como herramienta pedagógica fundamental, natural y espontánea, mas allá de las aulas de clase o espacios educacionales formales, que las ciencias de la educación han abandonado sin percatarse que en su sistematización está gran parte de los caminos educacionales conducentes a los resultados actitudinales pretendidos en los educandos de hoy. Ocurre que son dos los aspectos de la integralidad humana que determinan todo el espectro actitudinal de las personas, tanto en lo individual como en lo social. Estos dos aspectos son la fisiología y la conciencia, donde la fisiología es un producto evolutivo anterior al pensamiento, cuyo orden y formas de hacer no sabe de conceptos, mientras la conciencia es la nueva herramienta evolutiva soportada por el pensamiento. La educación actual se ha ocupado exclusivamente de la conciencia y olvidado de la fisiología, un campo muy incisivo actitudinalmente y que por ser mas lento e inconciente necesita aún más del acompañamiento formativo-educativo.

Si la teoría de la evolución (la más aceptada) dice que las transmutaciones o cambios en cada una de las especies ocurren por la búsqueda de cualidades cada vez mejores que les permitan ganar en la diaria competencia por la supervivencia, es posible añadirle con todo respeto y humildad, que el ejercicio es la mano que dispone dentro del conjunto genético el ordenamiento capaz de producir tales cambios o cualidades.

El ejercicio tiene alcances profundos e integrales, se basa y utiliza la experiencia de todo el tiempo del universo, es el instrumento exclusivo con que la naturaleza enseña y ejecuta los cambios evolutivos. El ejercicio contiene el idioma propio y natural con que se comunican las diversas líneas de desarrollo dentro de cualquier unidad biológica y en el campo humano sus alcances o capacidades de transformación evolutiva, van desde la conciencia o el pensamiento hasta los cambios físicos, pasando por el inconciente, los hábitos, las costumbres, la cultura y requerimientos fisiológicos.

El ejercicio es la herramienta abandonada desde que el hombre se obnubiló con la inteligencia e ignoró que si bien, ésta, es el fenómeno más elocuente del desarrollo, ella, como propiedad emergente que es, nace y se sustenta en todos los procesos físicos y biológicos que la naturaleza ha creado y afinado en billones de años, al fin que la inteligencia es solo un fenómeno más de su producido. Por eso, no es extraño en estos tiempos, ver como las personas utilizan la inteligencia solamente para justificar su producido actitudinal fisiológico; que muchas veces y vergonzosamente para la inteligencia, es aberrante. Además, si se revisa la trayectoria evolutiva, tal como se conoce desde la historia, la genética y demás ciencias que han avanzado hacia el estudio del micro universo, se puede constatar, como ya se dijo anteriormente, que la naturaleza no abandona u olvida ninguna de las construcciones o procedimientos que un día le fueron útiles y más bien construye sobre lo existente. Entonces se infiere que las transformaciones evolutivas no son cambios, son constante suma de procedimientos y fenómenos pertinentes al momento del devenir del desarrollo.

El ejercicio es el camino para la construcción del interior humano (fisiología y pensamiento), construcción interior que ha de dar forma al individuo que interactúa socialmente y que según su capacidad sinérgica contribuirá a la construcción de esa estructura social a la cual pertenece. Una construcción interior en la que es posible convertir las desventuras históricas en herencias a favor capaces de fortalecer la individualidad como una garantía más para la sobre vivencia en los futuros posibles. Así pues, el ejercicio constituye un elemento importante en la construcción del interior humano mientras la organización social lo es hacia la construcción del entorno equitativo y justo que anhelamos

La organización social ha de construirse y soportarse sobre la individualidad, como el eslabón contiguo que es en una de las líneas del desarrollo biológico. Tiene sus problemas, en buena parte, producto de la aplicación anárquica de las libertades individuales que impiden la circulación y apropiación de los acuerdos comunitarios capaces de darle sincronía y cohesión a las masas en aras de una sociedad con personalidad coherente y funcional tanto en su interior como con su entorno.

Se desprende, entonces, la necesidad de algunas construcciones pedagógicas específicas dentro del interior humano que garanticen la construcción social, donde el ejercicio tiene mayor efectividad y participación.






TENDENCIA A LA ORGANIZACIÓN SOCIAL


Hay una fuerza primaria que genera el movimiento o la dinámica, desde la cual parte la evolución o desarrollo en un avance inexorable e inimaginable, talvez hacia el infinito y aunque la ciencia aún no la identifica, sabemos que ahí está, pues la vida y toda la dinámica del universo lo demuestran. Dentro de este avance se encuentra la neguentropía y todo tipo de organización, como la organización celular o social, constituyentes de eslabones o tramos de dicho desenvolvimiento en esa gran ola organizacional. Esa tendencia organizacional a partir del movimiento constituyen la organización celular, la orgánica y la social, que son la misma cosa, cada una en diferentes ámbitos y etapas del desarrollo, interactuando siempre y generando el conflicto, la acción y la reacción, para llevar a feliz término uno de los principales objetivos de la evolución como es el contrarrestar la segunda ley de la termodinámica, la entropía.

La vieja frase “El hombre es un ser sociable por naturaleza” valida la neguentropía; solo que lo sociable visto como organización no es exclusividad humana, pues la sociabilidad es parte de esa tendencia universal a organizarse y conformar, cada vez más, mayores y mejores estructuras sistémicas.

Así mismo, neguentropía, evolución, dinámica, organización, vida en buena medida también son la misma cosa. En otras palabras, el desarrollo es la obra de la neguentropía, prueba palpable de su lucha y triunfo frente a la entropía positiva. Una lucha donde las herramientas son el movimiento, el conflicto, la acción, la reacción y la organización mientras los resultados son las estructuras sistémicas y los comportamientos emergentes que se presentan como productos máximos y mágicos de tal organización sistémica. Tal vez la neguentropía tenga relación directa con ese “motor inmóvil” o “primer motor” que tanto buscaron Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.

La organización es pues un principio fundamental del desarrollo y la evolución. Un criterio de alcances relevantes en estos tiempos de incertidumbre ideológica, donde el placer, la autoridad institucional, el tamaño, la cantidad, la fuerza, los sentimientos o el dinero, cada uno por o en si mismos, se convierten en la mejor y suficiente sustentación o respaldo de las propuestas o las acciones, ocasionando situaciones retrógradas lejos de la integralidad, la sinergia, los argumentos o la razón. Esto es un causante de las resoluciones violentas o bélicas, pues si no hay consenso ni se aúnan las direcciones del avance, los actuantes chocan inevitablemente con el consecuente estancamiento o retroceso evolutivo, producto de las destrucciones que naturalmente las colisiones provocan.

Es posible que hoy apenas esté comenzando, en forma concreta y a nivel humano, un nuevo ciclo evolutivo de ese avance inexorable hacia la organización y estructuras superiores, esencia y meta de la evolución; de la misma manera como billones de años antes los organismos unicelulares empezaron a organizarse en entidades multicelulares. En un principio parecía que las células no le encontraban sentido a la organización multicelular, seguramente, como hoy, en aquella época había demasiadas pretensiones particulares en los organismos unicelulares y lógicamente tampoco sabían de las bondades de la unión y organización. Dicen algunas fuentes que los unicelulares se gastaron nada menos que dos billones de años en organizarse en seres multicelulares. Solo después de tanto tiempo la organización multicelular tuvo vigencia y nosotros como resultantes de ese nuevo orden podemos dar fe de la valía multicelular frente a los organismos unicelulares.

Dice nuestro célebre científico Rodolfo R. Llinás al tratar un tema biológico con una gran sensibilidad social, integral y evolutiva “La esencia de nuestra naturaleza como seres multicelulares es ese compromiso de las sociedades celulares que emerge cuando la célula individual reemplaza sus principios de supervivencia propios por los de la sociedad en que vive. En un organismo multicelular las células individuales no pueden romper sus lazos con el grupo y “alejarse del problema” cuando las cosas se ponen color de hormiga; esta capacidad se canjeó por la vida social”

“Las células de las sociedades multicelulares cambian ciertas libertades por otras; la libertad de interactuar aisladamente y de afrontar los peligros de la vida solitaria se reemplaza por la de “sindicalizarse” y de gestionar en grupo, y al hacerlo, de perder o ganar como grupo.”

El mundo esta a las puertas de afrontar, obligada y aterrizadamente, el dilema de lo individual y lo social. Hay demasiados problemas, en todos los ámbitos, que no tienen respuesta bajo los regimenes imperantes y se han tornado ingentes e insolubles, que presionan y exigen nuevos ordenes, solo posibles avanzando en las diversas líneas del desarrollo. Estos órdenes se establecerán en la medida de la participación social, para la rapidez con que se efectúe el avance hacia su implantación y en la medida de la comprensión del desarrollo (muy flexible pero inexorable), para que sea menos traumático. Porque no hay que pelear ni llegar hasta los extremos, matándose y destruyéndolo todo, en un conflicto que no nace ni es exclusividad humana, pues la verdad sea dicha, el hombre es solo un instrumento de la dinámica universal para dirimir algo que constituye su esencia, el Conflicto, que para modular su impacto ella misma ha creado la inteligencia y asignado por ahora al hombre.

La organización social como parte de esa tendencia natural a la estructuración sistémica se manifiesta en todos los contextos de la dinámica social. La institucionalidad estatal o privada junto a todo tipo de acuerdo que incluya a más de una persona, son formas de organización social que actualmente materializan esa tendencia hacia las estructuras sociales, seguramente cada vez mejores en beneficio de todos. También cada vez tendrán mayor preponderancia y castigarán más fuerte a quienes pretendan excluirse de ellas.

Así mismo, a manera de ejemplo del influjo neguentrópico y su avance organizacional, podemos indicar como las personas hoy no hacen su presentación personal con los créditos individuales únicamente; pues, actualmente es costumbre incluir la institucionalidad a la cual se pertenece y en muchos casos no es un valor agregado, sino, que la presencia institucional, en dicha presentación, desplaza totalmente al individuo. También vemos como cada vez es más difícil el desarrollo personal por fuera de la institucionalidad.

El desplazamiento hacia los centros urbanos, progresivamente creciente, por la causa que sea y conocida desde mucho tiempo atrás, también puede interpretarse como esa tendencia humana, primaria, hacia la conformación de nuevas estructuras sociales.

EI avance paramilitar y guerrillero en Colombia como todas las organizaciones consideradas ilegales en el mundo son producto obligado de la necesidad y tendencia natural hacia la organización cuando el Estado no asume su responsabilidad social y deja desprotegidos los intereses comunitarios. Se infiere como regla social que “Todo interés común promueve natural y automáticamente una organización alrededor de dicho interés” razón por la que si un líder o institución no asume cabalmente su función, es natural que aparezcan otros intentándolo, como ciertamente sucede, provocando la confusión y el caos y con ello exigiendo la revaloración organizacional. Esta revaloración es algo que esta en mora y a portas de suceder en las sociedades de hoy con los Estados actuales, desde la organización social promovida y aplicada desde el seno de las comunidades.

Se esta frente a una coyuntura muy compleja que de acuerdo a la historia y usanza humana supone toda una serie de traumatismos en la construcción del puente expedito para caminar hacia los nuevos órdenes evolutivos, con sacrificios importantes y degradantes que prometen hasta la destrucción de la vida en el planeta dado que interviene contextos muy activos y determinantes de la vida actual e igualmente reactivos. Problemas que se pueden eludir haciendo uso del mejor desarrollo humano intelectual y sensible, que ha de proveer al hombre de los mejores procedimientos y de paso ubicarlo positivamente al otro lado de la prueba como la especie digna y confiable para liderar el desarrollo terrícola a largo plazo.

La individualidad tiene límites y la frase “El pueblo unido jamás será vencido” sigue siendo cierta. Pero no bravos y en montonera como carne de cañón para los depredadores sociales, cada vez mas eficientes, sino, cuerdos y ejerciendo la sinergia conceptual y actitudinal desde el individuo. Una sinergia comprometida socialmente para alcanzar los grandes objetivos comunes junto al mejor desarrollo de la individualidad. Pues la guerra no puede ser la única solución a los conflictos sociales, concepción que desvía a algunos líderes y agitadores hacia acciones vehementes acompañadas de fijaciones anárquicas insatisfechas y desordenes individuales que alejan aun más de una sana comprensión social y búsqueda de soluciones para todos. Donde todos incluye los contradictores.

Es importante saber y entender que existen lazos que nos unen, como físicamente amarrados, no se ven pero ahí están. Es una ley que nace de la integralidad u holismo. Es urgente aceptar que no es posible estar bien si todos alrededor están mal o viceversa. Quien quiera avanzar significativamente debe hacerlo con todos o de lo contrario esos lazos de interdependencia individual y social lo impedirán, más aún, cuando por cuestiones de desarrollo demográfico el espacio físico correspondiente a cada individuo se reduce cada vez. Un ejemplo patético de tales aseveraciones es el terrorismo mundial, las guerras entre los grupos de derecha e izquierda en Colombia, mezclados con la delincuencia y un estado incapaz e ilegítimo, producto de una cultura desconocedora de las bondades de la organización social y función del Estado, donde sus funcionarios no atienden el mandato inmanente de personificar la sociedad y se enfrascan con todos y como todos, abusando de sus investiduras, en la lucha o competencia individual y egoísta por la vida. Entonces no cumplen su función y solo provocan y engrosan esa loca lucha total por la sobre vivencia de una sociedad que no está dispuesta a ser menos ni delegar su bienestar y que, aunque intuitivamente, sabe qué le pertenece.

Tales lazos, de absoluta diversidad, que se traducen en exigencias sociales para el individuo, también indican que el desarrollo de la humanidad no está cifrado solamente en el avance cognitivo ni que éste sea el único encargado de jalonar todo el desarrollo, sino que, como en la naturaleza, en el hombre como parte y síntesis de ella, hay diversos niveles y estadios desde el interior, el entorno y la conciencia humana (fisiología, emociones y pensamiento como partes humanas con cierta autonomía funcional que evolucionan y exigen trato particular, así como también intereses humanos artificiales en oposición a los naturales), que interactúan y jalonan simultanea o intercaladamente bajo una tendencia a formar cada vez nuevas y mejores estructuras humanas, en este caso, superiores al hombre.

La ley y la institucionalidad, como entes integradores, son construcción de ese esfuerzo entrópico natural dentro de la individualidad que indica esa tendencia hacia las estructuras superiores, en las que si se revisa la historia, ella dice cómo cada vez los valores individuales pierden espacio frente a los valores sociales. Se puede ver que el número de individuos incide inversamente en el número de libertades individuales a ejercer. La naturaleza lo ejemplifica, en especies inferiores, con las hormigas, termiteros, panales, cardúmenes, bandadas etc.








LOS COMPORTAMIENTOS EMERGENTES


Este es un concepto que aún no termina de construirse. Es un fenómeno que si bien ya se reconoce, no se identifica plenamente. Pero, los comportamientos emergentes redimensionan el desarrollo y la evolución; le da nuevos visos y mayor sentido a la neguentropía, la organización y la sistémica.

Los comportamientos emergentes, a nivel social, se perfilan como una de las mayores aspiraciones, tanto individual como grupal, cosa que constituye una nueva luz en la búsqueda de soluciones para todos, la especie humana y la vida en el planeta, en un horizonte en el que, a veces, parece caer la noche. La organización comunitaria dirigida a unas estructuras sociales capaces de generar justicia social, encuentran un gran aliado en los comportamientos emergentes.

Los Comportamientos Emergentes, vistos en toda su magnitud y significado, no solo son interesantes, sino, son esa asombrosa propiedad natural que trasciende a las matemáticas como soporte infalible de la verdad, pues el todo es mucho más que la suma de sus partes. Desde la proyección social un gran grueso de los comportamientos emergentes consiste en diferentes y nuevos resultados de conjunto a partir del ejercicio de simples acciones individuales. Los comportamientos emergentes son esas nuevas propiedades que surgen a partir de la organización y la sistematización, ausentes en cada uno de sus individuos, las cuales otorgan nueva entidad a dicha organización o sistema. Observados tanto en la naturaleza como en la inteligencia artificial, se sabe de intenciones serias para aplicarlos a nivel social en varias partes del mundo.

El reconocimiento de las propiedades emergentes a partir de la organización y la sistémica, provee elementos para el aterrizaje del mundo espiritual y de esa manera ubicarlo en la misma ruta de la evolución. Esto permite soñar con el puente que salve el abismo entre esas dos corrientes antagónicas por siempre, el materialismo y espiritualismo, que de muchas maneras constituye un gran impedimento para una verdadera organización social en el mundo.

Los comportamientos emergentes han existido siempre, solo que la inteligencia artificial ayudó a identificarlos y fenómenos aún no identificados científicamente y aparentemente inexpugnables como la vida y el pensamiento, no son más que comportamientos emergentes complejos. Todo tipo de confluencia, unión, u organización es susceptible de generar propiedades o comportamientos emergentes de diversa índole y fenómenos como el agua, la combustión entre otros fenómenos físicos se consideran dentro de alguna clasificación de comportamientos emergentes.

Pero son los generados a partir de la organización y acción conciente de los individuos en las comunidades los que interesan ahora, de manera que es posible que algunas acciones individuales simples y concretas, aplicadas comunitariamente hacia objetivos también concretos, impliquen importantes ganancias sociales, como por ejemplo, poner en jaque al capitalismo desde el consumo y obligar a que el capital aporte el servicio social que le corresponde a través del reconocimiento del interés común y aplicación de esas acciones sinérgicas independientes, concretas y constantes tendientes a favorecer el interés comunitario.

Quizá los comportamientos emergentes tengan un papel mucho más importante hasta ahora desconocido. Podría ser que grandes etapas evolutivas están separadas (o unidas) por comportamientos emergentes trascendentales. Tal es el caso del paso de la materia inerte a orgánica, cuya organización es responsable de la vida; el desarrollo evolutivo a partir de la organización celular que genera todo un conocimiento y acuerdos biológicos para permitir la especialización celular que conforman los órganos de los seres vivos actuales; o el desarrollo a partir del pensamiento, que imprime, ante todo, velocidad a la evolución.

Los comportamientos emergentes son producto obligado de la organización o disposición particular de individuos en un agrupamiento según propiedades intrínsecas y circunstancias específicas en el entorno, donde la energía en sus diversos estados sea factor determinante como en los cambios de estado de la materia, otra propiedad emergente. Y hasta podría pensarse que la religión, el esoterismo y la brujería, búsquedas evolutivas aún insatisfechas, tienen que ver con los comportamientos emergentes.

Los comportamientos emergentes son una luz, una promesa de la organización social sistémica que conmina a entender que si bien toda nuestra cultura está abocada a la competencia individual, generalmente Educación, trabajo, deportes, publicidad etc., no se puede ignorar las bondades de las acciones mancomunadas y todo tipo de organización comunitaria. Estas pueden ser acciones mancomunadas individuales en asociación para recibir unos beneficios individuales directos como socios, creando o no institucionalidad (muy usada en la organización social actual) o bien unas acciones mancomunadas individuales e independientes, a veces tácitas y/o espontáneas actualmente, pero factibles de sistematizar, constructoras de entidad o personalidad social y cultural, de beneficios individuales indirectos para todos. La capacidad de actuar individual, grupal o institucional, según la competencia, en forma constante, sinérgica, conciente y específica puede ser un paso importante en la búsqueda de los comportamientos emergentes constructores de entidad comunitaria y el desarrollo social camino a un mejor nivel de vida para todos.







BARRERAS CULTURALES


Así como hay una serie de factores tendientes a la construcción del desarrollo evolutivo, que incluyen la organización social, venidos desde las entrañas de la entropía (neguentropía o entropía negativa), existen factores tendientes al estancamiento o destrucción de tal desarrollo y que por supuesto también incluyen la organización social y vienen desde la entropía positiva.

Si bien la organización socioeconómica capitalista es el principal o más grande impedimento para el desarrollo social, hay dentro de la sociedad y su cultura algunos otros impedimentos que apuntalan sustancialmente dicha barrera frente al desarrollo, entre los que se destacan la libertad y algunos principios religiosos.



LA LIBERTAD

El criterio de libertad hace parte de esa coyuntura evolutiva en la que se debate la organización social y su valoración puede convertirse en una barrera conceptual y actitudinal muy significativa y difícil de resolver. Hay demasiado apego, acepciones y definiciones borrachas, costumbres y orgullos personales sustentados en la historia y el sensorio humano, que la reivindica tal como se concibe, se siente y ama actualmente a la libertad; estado utópico en que se regodea perniciosa la individualidad.

Aunque hay demasiados argumentos diseminados por ahí, en todas las ramas del conocimiento y sobre todo en la ingenua organización social, que se deben recoger y organizar y que apuntan a una revaloración profunda de importantes paradigmas y concepciones desde y sobre lo humano en los que se encuentra vitalmente incidido y cuestionado el criterio de libertad, esta se yergue como uno de esos paradigmas conceptuales y culturales asombrosamente intocables.

A pesar que se sabe y maneja cotidianamente, en todos los campos de la actividad humana, infinidad de situaciones que naturalmente menguan la libertad, soportados en la ley, ignorancia, pobreza, demografía, estatus, etc., ella permanece como señuelo o falso faro que atrae las pretensiones humanas hacia una individualidad absoluta en un elevado porcentaje de la actividad y pensamiento humano, aspecto eficientemente aprovechado y cultivado por los regímenes imperantes.

Pero tal libertad que así se persigue o se busca no es posible en los términos del desarrollo y la evolución, cuya dinámica del conflicto y la organización exigen la interacción constante de todas las partes donde inevitablemente se obligan al consenso y cesión constante de la individualidad. La libertad concebida dentro del marco de la individualidad es totalmente contraria al desarrollo y tanto libertad sin cesión y consenso como individualidad sin cambio y organización no tienen cabida en el desarrollo humano y universal.

Al revisar los sentimientos y criterio respecto a la libertad podemos entender porqué el apego. La libertad, aunque falsa, es la máxima expresión y realización de la individualidad, y constituye su última aspiración y por ende el final del camino o última estación en la que el hombre como individuo independiente quisiera quedarse. Pero libertad implica automáticamente independencia y por fortuna o infortunio, el hombre no es independiente y está íntima y totalmente integrado a todo lo que le rodea. Además, quedarse en la individualidad, significaría el corte evolutivo en la línea del desarrollo humano, ante lo cual, así lo intente y se resista al cambio, ante la razón y la naturaleza no es posible validarlo. En primer lugar porque este mundo sigue cambiando constantemente dentro de un desarrollo en que lo humano es solo un eslabón y herramienta y en segundo lugar porque de acuerdo a la entropía si se parara la evolución es empezar a morir, cosa también inaceptable. El corte evolutivo es la muerte, pues si no hay movimiento o cambio no hay vida y si no hay vida se esta muerto. Esta lucha entrópica es la génesis del problema humano donde la individualidad (producto de la entropía positiva) pretende sostenerse y la naturaleza (desde la neguentropía) acosa a través de los mandatos fisiológicos y demás necesidades que genera, para obligar a seguir adelante evolutivamente. Además, de acuerdo al conocimiento que se tiene sobre el desarrollo de los demás seres del planeta y las posibilidades en otros lugares del universo, se sabe que la especie humana no es la única capaz de realizar la dirección del viaje evolutivo universal.

Entonces, la libertad es un criterio que el hombre aún debe aprender a evaluar y pretender y de paso reconciliarse consigo mismo en la medida en que se permite contextualizarse y hacer, modestamente, parte integral del universo sin más elitismos ni privilegios de los que la madre naturaleza le otorga, donde para su mejor desarrollo, la libertad debe evaluarse desde un nivel más profundo de la condición humana, implantada más en el desarrollo de la capacidad que en la aplicación del derecho y en la construcción de la opción más que en el ejercicio de las acciones.

Es fácil entender que se es más libre en la medida que alguien puede que en la que a ese alguien se le permite. Todos saben que la capacidad despliega las opciones, pues en la medida en que se es capaz individualmente, a partir de si mismo y no desde la concesión, se tiene la libertad de actuar. La libertad esta más cerca de la opción que de la acción, pues, se valida más con la cantidad de opciones que con lo que se hace, ya que en la medida que optamos frente a un mayor número de posibilidades, ejercemos mejor la individualidad, la diferencia y consecuentemente la libertad. Además, la libertad desde la capacidad y la opción lleva implícito el respeto, condición indispensable para la organización y socialización, que a la vez son condiciones ineludibles de la naturaleza para su desarrollo evolutivo.

De tal manera que si la libertad es cuestión de capacidad individual (interior humano) y de opciones en el entorno, es fácil concluir que tal libertad hay que construirla en vez de buscarla o antes de exigirla.

Debemos saber que la libertad es un sentimiento parecido al amor, llega a nosotros con muchos velos, bruma y pócimas que impiden la visibilidad y emborrachan; por eso ante su beldad y gratificante presencia debemos abrir más los ojos y sacudir la cabeza para ver mejor y disipar la embriaguez y entonces descubrir que esa libertad tal como se ama actualmente, esta parada ante todo sobre la fisiología, el sensorio y la sensibilidad, que excitan, aturden y emborrachan la conciencia para ponerla a su servicio e ignorar las más elementales reglas de todos los niveles donde está implícita, como son el nivel evolutivo, físico, biológico, personal y social, hasta crear nefastos ambientes anárquicos, mezquinos, egoístas e individualistas que tanto daño hacen a nuestra condición y perspectiva humana.

No será fácil desprenderse de la individualidad, tal como se concibe actualmente, pero tendrá que hacerse y paulatinamente construir en el individuo un “Yo” social al que, además de sus nuevas y propias responsabilidades, se le deleguen muchas de las funciones del “Yo” individual. Este es un paso importante en el desarrollo humano que supone una nueva concepción y una nueva forma interna de sentir el individuo.

Ese traspaso paulatino de competencias desde el Yo individual hacia el Yo social es el discurrir del desarrollo y debe aplicarse dialógicamente en toda la dimensión humana. El criterio que un individuo tenga del “yo” (“YO” personal, familiar, local, institucional, social etc.) indicaría su nivel de desarrollo social evolutivo, lo que a su vez indicaría, junto al manejo de todo un espectro de sensibilidades y capacidades humanas, el grado de elegibilidad en la institucionalidad política, estatal y representativa.

Así las cosas, la diferencia en ese tránsito evolutivo del “yo” individual al “yo” social, radica en la forma como lo entendamos y asumamos e igualmente determina como y en cuanto tiempo será el gran paso evolutivo que dicho desarrollo humano interior genera a nivel natural integral. Es difícil prever que tanto puedan resistir los sistemas imperantes actualmente amparados en la historia, buena parte de la cultura donde se encuentran compendios sensoriales y sentimentales mal acostumbrados, esquemas y estructuras mentales y conocimiento que le favorece, pero principalmente una gran infraestructura institucional y económica (impedimento o barrera socio-económica) dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de sostenerse (remanso evolutivo); ante una fuerza social ineludible que acosa a través del crecimiento demográfico, fisiológico, cultural, tecnológico y cognitivo, todo reflejado en nuevos espacios, costumbres, esquemas, estructuras y exigencias físicas y espirituales que tales circunstancias le otorgan al individuo, y en consecuencia nuevas e ingentes necesidades y perspectivas.

Además, no necesariamente tiene que ser así, la evolución no es un camino obligado en todas sus partes, a veces, no se sabe hasta donde, es precisamente lo contrario y cada instante de ella es una infinidad de opciones, así la dirección sea la misma, aspecto donde también radica la importancia de la organización social, pues, puede suceder que el hombre no sea capaz de organizarse y antes de conformar las nuevas estructuras sociales, se adentre por unos caminos evolutivos totalmente inciertos a merced de caprichos individuales, posiblemente lacerantes y degradantes de la condición y dignidad humana, donde se someta lo humano a estados extremos de bienestar y libertades individuales dentro de una clase social, cosa que de acuerdo a la historia del desarrollo debilitaría la calidad y condición humana, en aspectos fundamentales de supervivencia, de dicha clase social, mientras en otras clases sociales se sometería lo humano a estados extremos o diversos de esfuerzos, sufrimiento y situaciones dolorosas de toda índole, fortaleciendo la condición y capacidad de supervivencia humana de dicha clase social; lo cual, no cogiendo pena ajena de lo que pueda ocurrir en el proceso, puede generar, por eso del poder capacitador y habilitador del ejercicio, una diversificación evolutiva a partir del ser humano, que al final del túnel no sería malo, porque los ganadores muy probablemente sean los que hayan sufrido las mayores rigores, adversidades y expuestos a la mayor variedad de ambientes. Además, una gama humana como le gusta a la evolución, diversa y capaz de jugársela en muchos ambientes de tantos que ella siempre estará ensayando.



LO RELIGIOSO

Esta disyuntiva entre lo individual y social, con las connotaciones que se presenta, requiere de miradas profundas, con perspectiva tanto en el tiempo como el espacio en algunos aspectos trascendentales del hombre. Habría que definir, por ejemplo, si se considera al hombre extra evolutivo (por fuera de la evolución), puesto aquí en la tierra por alguien o algo para recrear todo un espectro de sensibilidades, o si el hombre es el punto culminante de algún tipo de desarrollo y solo le compete jugar con el entorno. O se considera como parte común y ordinaria del desarrollo evolutivo universal, expuesto a sus leyes totalmente inclementes pero convertibles por la naturaleza o el hombre, que son la misma cosa, en pérdida o ganancia humana. Desde estas cuestiones es posible sentarse a esperar a que las cosas se resuelvan “por sí solas” o procurar las soluciones solo en el entorno respetando la “dignidad” intocable del hombre. O mejor se baja de esa nube de exclusividades para incluirse integralmente en todo el universo y procurar, bajo decisiones y acciones propias, avanzar hacia los estadios superiores en búsqueda del desarrollo, donde seguramente se superará con creces la posibilidad de ejercer todas las categorías humanas.

Así, el abanico de posibilidades es tanto o mas que el universo entero. El hombre esta primero en la fila al frente de las opciones y aunque probablemente haya tiempo, todas esas miradas y anuncios apocalípticos que circulan sobre el mundo por todos lados y desde todas las ópticas, indican que ese tiempo para optar tampoco es mucho, después del cual, si el hombre no ha cumplido, el mundo no se acabará pero la madre naturaleza lo habrá remplazado.

Como no se está en lo más alto de los animales ni en lo más bajo de los ángeles, sino en un instante muy pequeño de la evolución universal, en el que Dios, por ser tan grande y poderoso, se encuentra mucho más allá de la estrecha concepción humana de lo divino (cualidad) y la deidad (sujeto), hay que aceptar que este mundo humano (el hombre y todo lo que le compete) a la vez que se construye también se destruye (dinámica universal) y donde su momento es también su oportunidad que le exige ubicarse y reconocerse, contextualizarse, definirse y proyectarse, haciendo uso de su herramienta potestativa por ahora, la inteligencia, si de verdad le interesa el paraíso y la vida eterna, que también son posibles evolutivamente y quizá la forma más sensata y elocuente de llegar a Dios.

Entonces, lo que sea o quiere ser el hombre, es ante todo una decisión que fundamentalmente tiene que ver con si delega la decisión de su presente y futuro o es él quien decide cuando, como y que es y será. Si es conveniente acompañar al tiempo en sus decisiones a través de una participación individual y social, efectiva, numerosa y diversa que así mismo impida la manipulación desde espacios o individualidades reducidas. Cosa que posiblemente ya está ocurriendo y el mundo es arreado a campos “fértiles” económicamente pero estériles en los demás componentes de la integralidad humana, con costos sociales y evolutivos muy altos. Además, no se debe olvidar que la existencia del planeta tiene un límite en el tiempo, durante el cual se debe aprender a volar para un día desprenderse de él.

Si el hombre es parte de la evolución universal y siguiendo la línea del desarrollo humano en un universo tan inconmensurable, es inevitable el transito hacia estructuras superiores y solo es cuestión de tiempo sus efectos; además, el hombre, dotado de una inteligencia superior a la celular (mas evolucionada) y por tanto en otro nivel, no puede demorarse tanto tiempo como los unicelulares, así quienes estén sacando mejor partido de este orden individualista pretendan con miles de argucias bajo esta “modernidad y desarrollo” sostener el instante evolutivo. Solo que la mayoría de los individuos, naturalmente, no están conformes y se siente tanto la necesidad como la intención agobiante de acelerar hacia los estadios superiores.






LA INSTITUCIONALIDAD Y EL ESTADO


Dentro de esta teoría sistémica evolutiva, la Institucionalidad y el Estado son las estructuras que le dan entidad e individualidad a la sociedad. El Estado adquiere especial relevancia porque es la institución (superestructura) cuya finalidad es proveer cobertura total (todos los componentes de la dimensión humana) a la sociedad en pleno (todas las personas).

Las instituciones son, en la línea evolutiva del desarrollo humano, el nivel organizacional siguiente al personal e integran y le dan forma, entidad e individualidad a la sociedad. Tal como las conocemos actualmente son de varias clases, poseen diversos niveles de organización y objetivos. Hay organizaciones familiares, políticas, culturales, económicas, civiles etc. Algo así como los órganos en los seres vivos; solo que estas aún no se han desarrollado lo suficiente como para darle cuerpo a una individualidad social totalmente sinérgica y sistémica.

La institucionalidad en general, integra de manera espontánea la fuerza entrópica hacia la organización y busca su mayor realización en una estructura superior (superestructura) como el Estado. Este se encuentra en pleno ejercicio de su desarrollo y tendrá que evolucionar hacia esa estructura totalmente sinérgica y sistémica, probablemente generadora de comportamientos emergentes. Tales comportamientos emergentes son la máxima expresión de la organización, donde la humanidad, desde hoy, puede construir de manera conciente, según desee, un lugar digno y equitativo dentro del desarrollo evolutivo universal. La evolución es un fluir inmenso, constante e inexorable (como un gran río), en el que todo lo humano esta inmerso; el hombre no puede detener tal desarrollo, pero puede decidir como avanzar dentro de ese desarrollo, ignorándolo, participando conciente de alguna manera, o direccionándolo.

La organización social, las instituciones y el Estado, actualmente son producto de esa loca estampida ideológica y actitudinal por caminos mercantilistas, seudo científicos e irracionales cada vez más lejos de la razón y la responsabilidad. Hoy, todo es válido en aras del desarrollo económico personal, incluso, tal validez alcanza paulatinamente a otros campos como el sensorio y desde la búsqueda del placer hace dolorosas promesas de descomposición social, de las cuales ya está cumpliendo algunas. Por ejemplo, se desconoce la razón con el ingenuo, atrevido o estúpido argumento de que las ideas implícitas en el discurso, o los escritos, son solo palabras tinta o papel, sencillamente porque ellas no ejecutan las acciones, en una clara muestra de insensibilidad intelectual (especie de retroceso evolutivo y pérdida de valores) respaldada en la muy actual y desafortunada costumbre de la mayor parte de las personas de actuar solo bajo fuertes presiones económicas o sensoriales. Este es un ejemplo de uno de esos caminos evolutivos inciertos, degradantes y lacerantes de la condición y dignidad humana en que se puede adentrar la humanidad o parte ella, al reducirse ostensiblemente el espectro humano sensible, donde las personas se motivan solo con un determinado y reducido número de estímulos, convirtiéndolas en personas fácilmente predecibles y manejables, en provecho de otros más sensibles e inteligentes que sabrán utilizar a su favor tal circunstancia. Estos conceptos sobre manipulación del espectro sensible de los grupos humanos ya se aplica en campos como las comunicaciones, política, publicidad, la economía y hasta en la educación (todo atrás del provecho económico) con las consecuentes y conocidas convocatorias masivas y grandes organizaciones o agrupaciones sociales en la que las personas olvidan su realidad para abrazar fanáticamente íconos u objetivos vacíos, triviales o pueriles totalmente lejanos de una construcción integral tanto en el individuo como en la sociedad.

Actualmente muchas organizaciones alrededor de diferentes objetivos sociales o particulares se inventan acciones o actividades que si bien muestran una buena intención no dejan de ser acciones de construcción social incipiente, incluso de mayores perjuicios que beneficios, pues carecen de la sinergia social y por lo tanto de la integralidad. Ejemplo: Colombia es pasión (fórmula publicista), quizá una buena intención que pretende explotar elementos irracionales muy reactivos de la condición humana dentro del sensorio mal acostumbrado de los colombianos, que se dejan llevar por sus emociones y actúan visceralmente, sin importar nada más, incluso si se hacen daño a si mismos. Esta fórmula o estrategia de influenciar el inconciente de las personas se esta utilizando en muchos campos actualmente; entre ellas las campañas políticas, donde ya no se habla de soluciones sociales sino que se pretende crear en las personas ambientes inter-personales inconcientes agradables a través de íconos, fetiches, situaciones o paradigmas sonso-sociales que puedan generar afectos, apegos o fanatismos. Igual, el referendo y demás acciones por el desarme, aunque también tenga toda la buena intención, no deja de ser una actitud torpe e irresponsable atrás de un proyecto político, pues pareciera que pretende hacerle creer a las personas que la culpabilidad por las muertes con las armas de fuego está precisamente en las armas de fuego y que por lo tanto la solución es que no existan o no se manipulen. Una situación patética donde se ignora que las acciones no son solas, sino que hacen parte de encadenamientos o vertientes actitudinales en las comunidades producto de profundas sensibilidades individuales, culturales y sociales; situaciones en las cuales, aunque se suspenda o elimine una actitud o una herramienta (las armas por ejemplo), ésta actitud o vertiente actitudinal (la acción violenta en este caso) aflorará a través o con cualquiera otra acción o herramienta, o se acumulará y explotará de cualquier manera, lo que puede ser aún más peligroso. Caso similar, respecto a la sustentación, en la prohibición de la circulación de las motos.

Estas acciones políticas o publicitarias de proyección social encaminadas a dinamizar o regular la acción comunitaria, quizá deban tener una mayor vigilancia estatal que evalúe y permita tales acciones según como intervengan dentro de la construcción de la Neguentropía social. Así mismo tal vigilancia y proyección hacia la ética profesional debería extenderse a todos los trabajadores sociales como Educadores, Políticos, Sociólogos, Abogados, comunicadores, publicistas y muchos otros quienes igual que los médicos hagan un juramento neguentrópico cuya violación sea susceptible hasta de judicialización.

Este tipo de situaciones tendientes a reducir el campo de acción del individuo, como pretenden las legislaciones actuales, parece dirigido unicamente a permitirle trabajar y producir económicamente, lo cual está haciendo carrera en el mundo y es altamente peligroso porque constriñe y castra al individuo hasta inhabilitarlo como persona y convertirlo solo en trabajador o entidad productiva. Cosas como estas, sí son un verdadero atentado a la libertad individual. Por eso no podemos ignorar y hay que decirlo a grito fuerte y abierto que la mejor forma de resolver los conflictos actitudinales individuales o sociales es aprendiendo a manejarlos, afrontándolos, conociéndolos y sistematizándolos, de tal manera que se conduzca su resolución, no pretendiendo excluirlos del itinerario individual y social. Esa no es la forma de corregir las acciones, no es posible así de fácil, pues cuando un evento aflora conflictivamente en un contexto, tal evento es solo la parte visible de toda una concatenación y dinámica, por lo cual, aunque se suprima, las fuerzas que lo originan seguirán acosando y hallando la salida, cualquiera que sea. Es como pretender detener el río y no saber que hacer con el agua que se acumula. No se puede actuar como el avestruz y cuando el conflicto se presenta, se convierte en indicador de su importancia, de que una parte de él se necesita en la construcción de los eventos que lo componen y su desarrollo. Además recordemos, en este caso podemos ver que se aplica claramente eso de que el conflicto no se destruye, solo se desplaza y en el mejor de los casos, a nivel social, se difumina comunitariamente; por eso, cuando no lo afrontamos, sencillamente le ignoramos (pues no es posible suprimirlo) y le dejamos en libertad para que se acumule y explote, (resolución violenta que, bien porque se destruye una parte o se destruyen todas, perjudica al desarrollo) dejándonos en un claro retroceso nuevamente al principio del juego entrópico o evolutivo, o incluso mas atrás si tal violencia destruye otras unidades sistémicas; o permitimos que tal conflicto trascienda libre y arbitrariamente a espacios inusitados o inmanejables donde seguramente hará más daño.

De verdad que las comunidades tienen que organizarse para defenderse ya no solo de los yugos materiales sino también de los yugos intelectuales y culturales que muchos sin darnos cuenta, ya están impuestos. Ejemplo algunos íconos o paradigmas legales e institucionales, las modas, las marcas comerciales, algunas leyes que castran al individuo, elitismos, organizaciones religiosas, políticas y deportivas, ídolos, fetiches etc..

Los Estados de hoy, por esa concepción errada de la individualidad y la competitividad, entre otras confusiones, generan la búsqueda desmesurada del poder y bajo esa intención saludable de ampliar la cobertura estatal, sus gobernantes pretenden arbitrariamente, manejar cada vez más la vida de los ciudadanos bajo la errada consigna de la incapacidad individual más la responsabilidad protectora del Estado. En un flagrante y torpe mediatismo, constriñen cada vez más al individuo y le niegan su propio desarrollo integral. Estas maneras no solo saturan la capacidad de acción del Estado, también se absorbe, adormece y hasta congela la acción social, lo mismo que se castra la individualidad, pues el ejercicio es quien habilita la capacidad de acción del individuo, la institucionalidad y la sociedad. Se usurpa peligrosamente el desarrollo personal.

Es claro que en este momento del desarrollo social, existe un mal manejo y choque de competencias entre lo individual, institucional y social que debe afrontarse a través de una mejor y correspondiente delimitación y asignación de los espacios, alcances y flexibilidades sinérgicas de cada una de estas entidades. El resultado será unos roles, tareas y dinámicas más específicas a través de la ley, la educación y la cultura, totalmente sinérgicas, que sensibilicen, habiliten y construyan el desarrollo equilibrado y dialógico individual, institucional y social. Es aconsejable que el Estado actual revierta muchas de sus responsabilidades al plano individual para que no lo atrofie, asimilándolo siempre por lo alto dentro de una relación de respeto y reciprocidad entre lo individual y social, encaminada a la construcción mutua. Desde esta posición es posible liberar en un marco legal el consumo y comercialización de las drogas y el porte de armas, para darle solución al problema del narcotráfico y en buena parte al de guerrillas y delincuencia común organizada entre otros.

Así como el Estado se convierte en la unidad estructural sistémica que cubre totalmente toda la dimensión humana, también debe recibir y ponderar toda la influencia y fuerza que tal dimensión emana. Este es un proceso de reciprocidad dialógica que incluye el consenso y la concesión para que el poder decisorio fluctúe adecuadamente entre ambos, la sociedad con intereses particulares y el estado con interés totalmente integrador. Es un proceso parecido al encuentro de las exigencias particulares de la fisiología con las posiciones integradoras del intelecto donde ambos conforman una entidad individual autónoma que genera un producto actitudinal conforme a como se desarrolle, de manera particular, el encuentro y proceso interno de esos dos componentes, que a la postre determinarán los criterios que evalúen la calidad de esa entidad individual.

Así mismo, los Estados que entregan sus empresas sociales y comerciales al sector privado internacional, sencillamente renuncian parcialmente a su responsabilidad social y soberanía nacional, pues el capital, como energía social, es elemento decisivo en la autodeterminación de los pueblos. Este aspecto demanda nuevos abordajes desde el Estado y las sociedades organizadas, como por ejemplo entender que la soberanía también se mueve hacia nuevos espacios de la construcción y conocimiento humanos, como es el caso del capital y su institucionalidad, junto a otros componentes de uso e influjo comunitario. El capital es el producido de la dinámica y ejercicio económico de una sociedad, como la ganancia neta del individuo después de sufragar los gastos, de tal manera que entregar la institucionalidad económica a los extranjeros es permitir que otros manejen libremente nuestras despensas y almacenes donde guardamos las cosechas. Más incluso, es renunciar a tenerlas y entregarlas a extraños para vivir exclusivamente del trabajo diario. Allí radica la pobreza personal y social y la debilidad institucional. En la medida que se consume y un porcentaje del dinero va a engrosar capitales ajenos, por esa forma como se construye el valor a través del ejercicio económico, se entrega gran parte de la fuerza social a otra que no la revierte en la misma sociedad productora. Esta mirada que implica revaloraciones serias sobre el Estado, conlleva un traslado o movimiento de la soberanía hacia espacios más subjetivos de la dimensión social como pueden ser la cultura y el ejercicio económico.

Cuando se habla de modernización del Estado no solo se debe afrontar la parte administrativa o el simple intercambio de bienes en las relaciones institucionales tanto nacionales como internacionales, también debe revisarse y renovarse su concepción y con ello su función y su estructura, junto a ese retrogrado criterio de soberanía. Afrontar el reordenamiento estructural institucional bajo la base de que no puede haber un solo individuo, un servicio, o una sola necesidad sin cobertor institucional estatal. Los criterios, métodos y forma como se plasme la organización social (individuos, instituciones, estado y demás formas de presencia social) deben ser producto de una verdadera integración y participación social desde el convencimiento de que una unidad sistémica como la Sociedad y el Estado (Ambos una sola) no puede tener dolencias particulares, pues cualquiera que sea, afecta la totalidad social en un consecuente detrimento del bienestar personal, institucional y social.



LA LEY

La ley es otro integrador social, producto de ese esfuerzo entrópico natural, génesis de la organización social. Puede considerarse como producto obligado o propiedad emergente a partir de la aglomeración o la unión, cuando tal aglomeración suscita conflictos que además de suma y tamaño son nuevos conflictos emergentes que naturalmente rebasan la capacidad individual; situaciones que exigen el acuerdo social a través de la ley, la cual correspondiendo a lo que la motiva, debe proporcionar suma individual para equilibrar la fuerza y organización para la facilitación, conducción y aprovechamiento del conflicto en busca de los resultados emergentes positivos desde la perspectiva natural y humana.

La aparición de la ley marca un hito en el desarrollo humano hacia lo social y es otro claro ejemplo, igual que la aparición de la materia orgánica, la división celular o la fecundación, del triunfo de la neguentropía sobre el caos y la muerte.

La ley viene desde la potestad materna o paterna sobre los hijos o la familia, pero cuando las decisiones o acuerdos personales o grupales, de alguna manera conminaron a otro u otros a imitar o hacer lo mismo, por allá en los albores de lo social, tuvo origen la ley como voz o requerimiento institucional más allá de la familia.

La ley es la sustancia que articula y da forma al Estado, su legitimidad y validez es proporcional al nivel de acuerdo comunitario que la emana.

Aunque parezca contradictorio, la mayor calidad, capacidad y funcionalidad de la Ley está en ser sensible a la dinámica humana individual, social e institucional.

La ley debe entender que hay cosas humanas que escapan de los alcances y posibilidades, tanto de la conciencia humana por un lado como de la ley misma por otro, aunque por el sentido común, parezca que tales cosas están ahí para manipularlas. No puede erigirse soberbia y pretender que la acción humana se amolde a su mandato solo porque la ley es la ley, pues su validez (legitimidad, funcionalidad, pertinencia etc.) se funda en su capacidad de interpretar, desarrollar y optimizar una legislación natural básica, a manera de constitución, escrita en la condición humana y su entorno, lo cual exige diálogo y flexibilidad.

Crear y aplicar la ley tal como se hace hoy, sin la debida relación dialógica entre ella y lo humano, es atar e inmovilizar las líneas visibles e importantes del desarrollo, de ahí la necesidad de que la ley se nutra constante, celosa y objetiva del conocimiento de tal manera que pueda evitar la ruptura de los lazos que atan las acciones humanas y sus eventos a la fisiología, la cultura, la sociedad y demás apegos ineludibles de la naturaleza humana a su universo. Como cuando uno encuentra, quiere y pretende llevarse algo, pero resulta que ese algo se nutre y está atado fuertemente a otros elementos muy grandes en el lugar donde se halla.

Entonces, la ley debe evolucionar de la mano del conocimiento y pasar de la censura y rigidez estatista a convertirse en articuladora flexible e impulsadora del desarrollo.


Desafortunadamente en la mayor parte del mundo, más en la medida del subdesarrollo, la ley esta pasando de ser un integrador y sano constructor social a convertirse en eficaz herramienta de una institucionalidad económica morbosamente excitada.

No es sana la legislación gubernamental coactiva que solo pretende restablecer un orden cuando se considera una acción como perturbadora de ese orden establecido, sin analizar y asignar adecuada contextualización social, cultural y evolutiva, más aún, cuando tanto la acción es identificada, como el orden es pretendido, por la institucionalidad económica reinante. Estos intereses particulares crean un ambiente de rigidez organizacional que promueve las legislaciones robóticas lejos de la flexibilidad integradora existente en la naturaleza humana, donde sus eventos y fenómenos son suma y resultado de la exigencia intrincada y minuciosa de la dinámica universal aplicada en lo social, que fluye inexorable y encuentra la salida integral casi siempre lejos de las parciales pretensiones humanas. Como dice la fe cristiana y es aceptado por casi todas las religiones, guardando las proporciones, “los planes de Dios no siempre son los planes del hombre”, cuando Dios lo es todo (Integralidad) y el hombre un mero deseo específico.

Las leyes no pueden ser prohibitivas, simple y absolutamente, más bien deben ser reguladoras de la acción individual y social, evitando castrar y en cambio orientar, encauzar y conducir la acción comunitaria dentro de su propia dinámica, pues si bien en ella se generan los problemas, en ella misma se engendran y proponen las soluciones. A los legisladores, más que inventarse las leyes les corresponde extraerlas del seno social e interpretarlas desde una concepción positivamente abierta. Un ejemplo de esta desfachatez legal es la prohibición de circulación de las motocicletas sencillamente porque ellas facilitan algunas acciones delictivas en un mar de acciones lícitas que promueven eficiencia, orden, eficacia, y economía, todo agenciado por el transporte institucionalizado que ve como unas ganancias, antes exclusivas, se esparcen comunitariamente. Este es un ejemplo de cómo muchas veces no son las personas quienes se hacen delincuentes, sino el Estado y sus leyes quien hace a su comunidad delincuente y de paso promueve el delito al divorciarse de la sociedad y su cultura. Que desafortunadas esas frases “La ley es la ley” o “El que manda, manda, aunque mande mal”.

Para un mejor desarrollo de la ley, no podemos olvidar que su esencia es la organización y construcción de sinergia tanto individual como institucional dentro de un contexto evolutivo, donde la institucionalidad son los órganos funcionales de ese nuevo cuerpo estructural-sistémico del desarrollo humano llamado sociedad, que bien puede interpretarse como Estado y la ley es el acuerdo social que crea los caminos y modos de interacción sinérgica que integra a todos los actuantes de esa sociedad, tanto individuos como instituciones.

Es de resaltar que la ley debe y necesita legitimarse a través de una mejor y verdadera participación social, cultural y cognitiva, bajo el entendimiento que las acciones humanas e institucionales (lo que reglamenta la ley) no son simples sucesos independientes que pueden o no ser y por tanto prohibir o permitir, sino que, son producto de desencadenamientos fisiológicos, culturales, ambientales y cognitivos, que no se pueden desestimar y coartar si queremos darle legitimidad y factibilidad a la ley. Esto exige que el legislador no sea un simple observador y dictador de normas, sino, un profundo estudioso y conocedor de los diversos móviles actitudinales humanos esparcidos en todos los campos del conocimiento, donde la funcionalidad de la ley depende de la legitimidad y factibilidad, estas del grado de consenso social, quien genera la simpatía y el reconocimiento que a su vez actúan como atractores del individuo hacia la organización e institucionalidad, como especie de lazo o pegamento, para un verdadero acuerdo social y enlace sinérgico entre el interior y el entorno del individuo.

Podría decirse que la funcionalidad de la ley tiene dos caminos para su factibilidad, uno el consenso y otro la fuerza, el primero es constructor y productivo mientras el segundo destructor y oneroso socialmente.

Entonces podemos concluir que el poder legislativo no puede ser tan delegatario y al contrario tener una mayor participación social que implique empoderamiento, decisión y compromiso comunitario. Debe haber dialogo directo y consultivo en ambas direcciones entre todas las corporaciones legislativas de todos los ordenes jurisdiccionales (en el caso actual colombiano: Senado, Cámara, Asamblea, Concejo, Juntas administradoras, Juntas comunales y comunidad en general), incluso toda la institucionalidad, cualquiera que sea, bajo un elevado sistema de comunicación exclusivo que la tecnología actual bien puede producir eficientemente. Si aceptamos que el desarrollo es en buena parte el desplazamiento del conflicto y que éste avanza dejando a su paso la organización, hacia nuevos espacios candidatos o subsiguientes a tal organización, en dirección al macro, micro o lateral, creemos que la organización social y fundamentalmente el Estado y su legislación, debe buscar este tipo de desarrollo, en un accionar mejor delimitado, minucioso, específico y flexible, que posibilite, defina y configure mejor las acciones dentro de la sociedad tanto a nivel individual como grupal. Esto modularía, por ejemplo, ese torpe ejercicio de la democracia a través del Rating o la montonera.

Como se ve, en la construcción del Estado a través de la ley y el acuerdo comunitario, es de vital importancia la comunicación, lo cual la sustenta como un elemento primordial en la construcción de soberanía, de donde se infiere que el camino para la cualificación de la democracia tenga que construirse con una mejor implementación de la comunicación como eje primordial del funcionamiento y desarrollo de cualquier unidad sistémica en la medida que promueve y facilita la dinámica y por ende su capacidad y producción. La comunicación es el corredor por donde se mueve la política, la cultura, la economía…. en fin, todo; razón para que igual que el capital, deba tener una mayor intervención social a través de sus instituciones, bajo una renovada ampliación del concepto de bien publico.

Visto el Estado como esa entidad sistémica, autónoma, en la que la soberanía cubre nuevos espacios de la actividad social, es importante evaluar factores como la comunicación, el capital y las leyes entre otros, pues, son decisivos en el proceso de autonomía social y estatal. Igual habría que revisar que tantos otros factores o elementos son determinantes en la autonomía de una unidad sistémica Ejemplo; Economía, energía, cultura, institucionalidad, ciencia, conocimiento y productividad. Seguramente es posible hacer un paralelo entre la autonomía del Estado y la del Individuo.














QUE HACER


Hablar sobre que hacer frente a un problema verdaderamente sistémico, complejo y holístico, como es el desarrollo socio-económico, más, desde esta posición en la que apenas llegamos y nos asomamos a estos nuevos horizontes, que aunque se ve claro y lejos, aun no se conocen todos los engranajes ni se han escudriñado las minucias; hablar, entonces, resulta ser una intrigante y sobrecogedora aventura conceptual. Una aventura instigada por la presión que ejercen los grandes problemas actuales, producto del desorden social y el apremio e incertidumbre económica de la mayoría de la población, conjugado con una agitada dinámica cultural y su movimiento arbitrario de los valores humanos, reflejado en lo que todos conocemos como la corrupción, el desempleo y la pobreza junto a otros tantos coadyuvantes del desafortunado e injusto desorden socioeconómico.

Indiscutiblemente hay toda una problemática que se cuece en la organización social, que a la vez determina toda su capacidad productiva integral. En la organización social se encuentran algunos elementos básicos de la estructuración sistémica humana y universal, soportes de otros igual de importantes en la construcción de calidad humana, como conocimiento, mejores relaciones personales e institucionales, nivel de vida y desarrollo social, entre otros, dada la dialógica integral de todos los elementos que constituyen el desarrollo humano. Además, después de la disertación es inevitable emitir juicios encaminados a proponer acciones, juicios que a todas luces dejan ver la necesidad de acompañamiento y desarrollo tanto conceptual como experimental. Al fin que ese es el discurrir del desarrollo.

Para formular un que hacer a nivel social debe asumirse que cualquier cosa es posible evolutivamente, todo depende de qué se pretenda en correspondencia con la calidad humana y los niveles de organización de las diversas estructuras sociales, donde no se puede ignorar la flexibilidad que cualquier propósito debe tener puesto que en ello radica la ganancia del desarrollo humano, sus capacidades y posibilidades en la medida en que ella atempera y contextualiza. Por eso hay que reconocer una relevancia jerárquica en cuanto a comprensión, orientación y aplicación de las acciones y sus flexibilidades, dependiendo quizá del contexto y cobertura estructural sistémica, donde primero es la dirección que significa saber y establecer hacia donde se va, luego el camino o métodos posibles a seguir, la implementación de las estrategias y finalmente las acciones específicas; cada rango con diversos niveles de flexibilidad, según la naturaleza y dinámica particular de los procesos.

Entonces podemos decir que, si bien una sociedad estructurada no puede divorciarse del Estado y al contrario debe fusionarlo en su seno, porque éste la formaliza y personifica, por lo menos ahora, las sociedades necesitan una organización paralela que lo presione desde lo económico, el reconocimiento civil, el conocimiento y la cultura; que lo vigile y regule, incluso, en casos extremos, hasta suplantarlo. Sobre todo en este conato humano coyuntural del paso entre lo individual y social, en que el Estado abandona su naturaleza inmanente de personificar a la sociedad en pleno.

El Estado actual no cumple la función que le corresponde, de personificar cabalmente la sociedad e interpreta de manera imparcial los diversos intereses que se suscitan en su seno. No actúa bajo el reconocimiento de que todas las partes individuales e institucionales de la sociedad, como entidad sistémica que es, son vitales para su desarrollo integral y se confabula con la institucionalidad económica como si creyera que para esa entidad social, a la cual se debe, lo único importante es la economía, la que interpreta sesgadamente a través de la institucionalidad económica, sin la debida correlación de los aspectos más importantes a la hora de una verdadera, integral y sana economía social; ejemplo, participación social, balanza comercial, equidad, productividad y competitividad entre otros, lo cual visto desde la óptica de la energía en los organismos biológicos, es como si el Estado se preocupara solo por la comida, haciéndolo todo en función de ello, cosa que es muy importante pero que de todas maneras, hoy, tiene indigesta a nuestra sociedad actual.

El Estado debe asumir la reglamentación de esa relación dinámica, dirigida a la autosustentación desde la reciprocidad de los componentes básicos de la producción y el desarrollo, como pueden ser capital (energía), sociedad (organización, empleo, equidad), conocimiento, tecnología, comunicación e infraestructura, dentro de la circularidad del ejercicio económico, la cual no se ha estudiado lo suficiente y por lo tanto es aún desconocida, lo que impide o permite la solución a un problema social actual muy relevante, como es el caso del desempleo y que mantiene al Estado en una eterna e insalvable lucha contra su burocratización, dado que no es capaz de generar empleo por fuera de su propia institucionalidad administrativa. Las autoridades del Estado no se ocupan de verdad, seria y responsablemente de la economía en sus comunidades, como debe ser dentro de esta concepción sistémica del Estado y la Sociedad, cosa que se acentúa aún más en los departamentos y municipios.

No hay legislación ni acciones estatales tendientes a un real fortalecimiento de la economía con verdadero sentido social en la nación las regiones o jurisdicciones municipales y cuando la hay se limita a una mera exención de impuestos a los grandes capitales que se invierten en la región, lo cual en el fondo no es más que contribuir a la explotación de sus propias comunidades y al final, como siempre, la inequitativa distribución económica y desmedro social.

Quizá la solución al desempleo y otros grandes males socioeconómicos modernos solo sea posible avanzando en el ordenamiento social, de tal manera que permita concebir y manejar al capital como energía social que es y no como un artículo más del mercado, en donde la capitalización y circulación del dinero se hace para manipular la oferta y la demanda y obtener los dividendos del movimiento o traslado del valor que tal ejercicio artificiosamente depara. El dinero visto como energía social puede permitir la explotación al máximo de su capacidad generadora y multiplicadora de la productividad y la riqueza al acelerar la dinámica del ejercicio económico y su circularidad. La responsabilidad Estatal estaría obligada a evitar el movimiento artificioso del valor a favor de las individualidades personales o institucionales y en cambio procurar la identificación y la creación real del valor y la productividad.

Es de recalcar que se hace necesaria la identificación del valor puesto que en este caos socioeconómico su sentido se ha tergiversado tanto que no solo se asigna mal sino que también se desconoce. Para comprobarlo basta ver como las grandes economías están adquiriendo en varias partes del mundo grandes extensiones de tierra que las comunidades venden a “muy buenos precios” pero de paso están perdiendo el acceso a elementos vitales como el agua y hasta el aire.

Conforme a la realidad colombiana y latinoamericana, es de suma importancia la organización social por fuera de la institucionalidad actual que está totalmente permeada y manejada por los regimenes imperantes, donde el Estado lejos de su función vital, se ha convertido en la mejor herramienta y escudo del capitalismo y otros sistemas coadyuvantes. Actualmente la institucionalidad es fundamentalmente estatal y económica y si el Estado se divorcia de la sociedad y se pone al servicio de la economía privada, la sociedad queda inerme y en la urgente necesidad de crear nueva institucionalidad capaz de defender sus intereses comunitarios. Máxime en este punto del desarrollo social actual, donde la individualidad, en el normal e inexorable avance hacia las estructuras humanas superiores, ya ha perdido en buena parte la capacidad de ingerencia social y son las instituciones (o los individuos en representación de ellas) quienes empiezan a tener la verdadera fuerza incisiva en los procesos y las decisiones sociales.

Este traslado de la capacidad de ingerencia social desde el individuo hacia la institucionalidad compele a las comunidades a crear institucionalidad propia e independiente que pueda competir con el Estado para obligarlo a retomar sus verdaderas funciones sociales, o caso contrario, totalmente ilegítimo y parcializado remplazarlo. Claro que tampoco podemos olvidar que, aún con sus limitantes, una importante forma de redireccionar el Estado es participando con las herramientas que él mismo actualmente provee para la decisión social, como es la participación electoral masiva y un voto verdaderamente instruido, conciente y responsable.

También se concluye la importancia de impedir que las decisiones institucionales del Estado, sean emanadas desde la individualidad, para ello es necesario fortalecer y crear los mecanismos de participación social en todos los niveles institucionales, para que tales decisiones sean lo suficientemente consensuadas y así más acordes con la comunidad para una mayor legitimidad, empoderamiento, menos costosas al aplicarlas y por tanto constructoras y productivas socialmente. Quizá sea necesaria una clasificación más detallada y vigilada de las decisiones institucionales según el grado de influjo social, para que la competencia de tales decisiones oscile entre la individualidad, la institucionalidad y la sociedad en pleno.

En este punto y mirando la ingente necesidad que tienen los pueblos de interponer su fuerza comunitaria para contrarrestar los abusos institucionales, con el Estado a la cabeza, podría decirse que cualquier tipo de legislación local, nacional e internacional se puede dejar inocua, incorporando en la cotidianidad y la cultura, nuevos esquemas y reglas mentales, nuevas formas de hacer, hábitos y costumbres que la pongan fuera de contexto. Esto es algo que, actualmente, es muy difícil hacer, puesto que se necesita, además de ejercicio y experiencia, mucha infraestructura social para lograrlo. Pero en estos días en que los T.L.C. se convierten en una peligrosa amenaza económica, y el Estado no ejerce tal personería social, bien por incapacidad, porque no quiere, o sus funcionarios están enfrascados en la lucha individual por asegurar su propia sobre vivencia, podemos promover, impulsar e implantar ideas y acciones mancomunadas (extra gubernamentales o para estatales), resultantes de la identificación del interés común y encaminadas sinérgicamente a contrarrestar dicha amenaza.

Las democracias en todo el mundo muestran el dilema que se presenta entre lo individual y lo social cuando se gobierna, lo cual no depende exclusivamente de la conciencia y la formación ética y moral de los gobernantes, según los últimos avances de las ciencias encargadas de estudiar el comportamiento humano. Existen múltiples factores de toda índole (especialmente biológicos y culturales) que en cualquier momento rebasan las fortalezas cognitivas, éticas o morales del actuante. La prueba está en que en estos tiempos de individualidades libertarias y competidoras, se abren paso, cada vez más, la doble moral, la corrupción y toda clase de mañas y hasta manías administrativas que siempre se inclinan hacia el favorecimiento individual.

Es interesante asistir concientemente a la lucha entrópica en nuestro interior humano cuando pugnan la necesidad y la impotencia, el deseo y la desidia, la motivación y la pereza, el compromiso y la irresponsabilidad, el valor y el miedo entre otros, junto a la interacción, el cruce y el movimiento, en la caldera de nuestra personalidad, de las sensaciones, las emociones, los sentimientos, los criterios y conceptos que al final afloran a través de alguna unidad actitudinal conforme a ciertos parámetros igualmente complejos del hard-ware fisiológico. Una unidad actitudinal representada en unas acciones que pueden dar un resultado negativo o positivo y clasificarse dentro de un determinado nivel de enlace entrópico. Igual ocurre a nivel social en las comunidades, las instituciones, el estado o toda la sociedad, cuando las diversas fuerzas, culturales, económicas, políticas etc., se encuentran e interactúan. Solo que en lo social aún no se construye la sinergia, la institucionalidad y los canales expeditos para que afloren las verdaderas acciones sociales desde una real estructura sistémica e individualidad social.

En el compendio actitudinal de una persona, tal como se forma y se le exige hoy, son desmesuradamente más sentidas las exigencias individuales que las sociales debido a que la cultura y educación se inclinan hacia la individualidad. Esto hace pensar que al pretender la equidad social no basta con elegir y delegar, como se hace actualmente, sino, que se necesitan unas estructuras sociales con acciones propias y objetivo social específico, incorporadas en todos y cada uno de sus individuos (que automáticamente exigen mayor desarrollo personal), capaces de promover y ejecutar objetivos sociales; ejemplo modular la acción institucional hacia un equilibrio entre lo social y lo individual. Al respecto la constitución colombiana y de muchos otros países, contiene algunos intentos en la participación comunitaria, que la cultura y otros intereses no ha permitido desarrollar socialmente.

Estos aspectos nos permiten ver que si bien la democracia ha sido hasta ahora la mejor forma de gobierno, circunstancias actuales como el desarrollo demográfico, cognitivo y cultural, constructores de un mayor (más grande, más reactivo y complejo) espectro personal (estructuras, roles, esquemas y exigencias individuales) en espacios personales más reducidos, además, naturalmente lógicos dentro del desarrollo humano; la democracia necesita revalidarse sustancial y estructuralmente. Tal revalidación, para decirlo de alguna manera, solo es posible con una mayor y mejor participación de todas las personas en las decisiones sociales, vinculante de la cultura, las comunicaciones y la educación.

Es urgente la organización comunitaria en verdaderas estructuras sociales capaces de corregir las decisiones ilegítimas del Estado, cuando renuncia a ejercer la personería social. De lograr los comportamientos emergentes que redunden en los beneficios sociales difíciles e imposibles de obtener individualmente.

Es necesario renovar la organización socio-económica. Las experiencias de los diversos modelos económicos y sociales aplicados en el mundo, pero fundamentalmente las propias, deben servir para tal cometido. Entender que la solución no está en copiar ningún modelo en particular, pues hay suficientes elementos cognitivos para saber que debe elaborarse uno propio, ajustado a las nuevas valoraciones de lo individual, social y ambiental, venidas desde el conocimiento, la cultura y la naturaleza. Avanzar hacia unas estructuras sociales con renovados conceptos de propiedad, soberanía, bien público y social, una redefinición y traslado de la responsabilidad individual y social que implique legislaciones menos minuciosas (atomizadas y cositeras) y castrantes de la capacidad de acción, pero si más particularizantes (flexibilidad ante la diversidad) y conocedoras de las líneas del desarrollo humano hacia nuevos espacios de la sensibilidad cada vez mas diversos especializados y flexibles, en las que posiblemente el estudio y aplicación de las leyes pro-comportamientos emergentes cobren singular importancia. Una concepción integral donde, si bien es cierto y por cuestión de especie el hombre es el más importante, éste ha de comprender que no es el único y su existencia se debe a todo el universo.

De igual manera, es posible encontrar y asignarle nuevas valoraciones y significados a algunos aspectos como fuerza social, capital, individuo, sociedad, organización, comunicación, equidad, cultura y desarrollo entre otros, lo cual generará mayor bienestar para todos, inclusive las clases privilegiadas y dominantes, posibles interesadas en detener el avance hacia las nuevas organizaciones sociales. Además, porque la actividad humana es cada vez más cuantiosa, compleja e incisiva del desarrollo y cambios en el planeta, con nuevas valoraciones en lo individual, social y ambiental, generadora de nuevos espacios de sensibilidad, responsabilidad y construcción individual y social, el Estado debe avanzar y redefinir sus alcances y estructura más allá de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, de tal manera que asimile mejor toda la dimensión humana interior, contextualizada en el entorno y el desarrollo.

El mundo necesita organizar y resolver masivamente el problema socio-económico, de tal manera que su conocimiento y manejo trascienda, en un alto porcentaje, de la conciencia hacia los hábitos, costumbres y cultura, para desentenderse un poco de él y dedicar su atención a otros muy importantes que están rezagados, como también a enfrentar los nuevos retos evolutivos. Este avance del conocimiento desde la conciencia hacia otros componentes más duros (en términos informáticos) del ser humano como los hábitos, costumbres y cultura, incluso la fisiología, posiblemente sea el derrotero evolutivo cercano del desarrollo humano a nivel individual, derrotero que compete especialmente a la educación.

Construir verdaderas estructuras sociales que conjuguen sinérgicamente, a través de la revaloración y reorientación de la comunicación, con las estructuras económicas, culturales, políticas, naturales, cognitivas… en fin, unas estructuras sociales que integren el universo, en las que la responsabilidad humana va más allá de las que asume como especie.




LOS VETOS ECONOMICOS


Como los problemas sociales, por la desmedida avaricia de los regimenes económicos imperantes, son tan apremiantes y porque además de los diagnósticos y de orientar la dirección, tales problemas económicos apremiantes exigen acciones que materialicen los primeros pasos hacia esas nuevas estructuras sociales, situación en la que el capitalismo constituye uno de los primeros obstáculos y con la conciencia de que su talón de Aquiles está en el consumo; entonces cabe mencionar a los vetos comerciales como una nueva e importante herramienta de presión social.

El veto comercial puede ser, como en los comportamientos emergentes, esa sencilla, concreta y sostenida acción individual a nivel comunitario que promueva cambios sustanciales en esas grandes estructuras económicas de dominio social. Al respecto se conoce de algunas intenciones como la inglesa frente al vino francés, el prolongado e inclemente bloqueo comercial de Estados Unidos contra Cuba, y últimamente Japón Contra Corea del Norte por las pruebas atómicas, en el campo internacional. En Colombia las gasolineras frente al dinero plástico de los Bancos y otras intenciones nacionales y latinoamericanas.

Solo falta llevar los vetos al plano social y comunitario, donde también tendrán trascendencia social y económica. Así como grandes masas poblacionales se convocan a los paros, huelgas, manifestaciones, movilizaciones, levantamientos populares, día sin carro, marchas por la paz y demás eventos sociales, políticos o culturales, podemos convocar a los vetos de productos cuyas empresas no prestan servicio social y al contrario son perjudiciales económicamente y de paso le consumimos y apoyamos a las empresas que de alguna manera reviertan el capital, como producido social que es, a la misma comunidad generadora. Por ejemplo, podemos convocarnos al día o el fin de semana de la producción y el consumo local y de paso nos vamos ejercitando en la cohesión y capacidad de acción social.

Los vetos comerciales son un no masivo al consumo, que traslada el grueso de las decisiones económicas a la sociedad en pleno en una especie de democratización de la economía, implicando a la vez, un mayor empoderamiento, compromiso y consecuente desarrollo social, debido al poder capacitador del ejercicio como herramienta pedagógica y constructor de desarrollo.

La implantación de los vetos comerciales requiere un mínimo de organización social que posibilite la comunicación y la sinergia. Todos los ingredientes necesarios para esa mínima organización social se encuentran de sobra en el compendio físico, actitudinal e intelectual de la sociedad, pero están dispersos por ahí, atascados en las trampas ideológicas, económicas, culturales y sensoriales esperando la concientización y la razón de las personas respecto a su posición en la sociedad y el desarrollo, que los liberen y les den la posibilidad de ejercer, a través de acciones sencillas, concretas y sistémicas, en favor de la construcción de calidad humana individual y social.

Pero mientras se siga ejerciendo la organización social en esos pequeños nichos aislados, mezquinando un liderazgo para esgrimirlo ante la institucionalidad que reprobamos, pero a la que pretendemos y queremos llegar; mientras convivamos con los compañeros y demás de “nuestra clase” como en la caldera de la envidia en el infierno de Dante, no es posible echar a andar los vetos comerciales. Se debe fortalecer e implementar la comunicación interinstitucional (gremios, sindicatos, ONGs, juntas comunales y demás grupos u organizaciones de trabajo social) para llegar a los acuerdos pertinentes, la organización y posteriormente las acciones institucionales y sociales verdaderamente sinérgicas.

Sin pretender un camino expedito se puede decir que la fórmula es sencilla: Debemos tener la intención, la comunicación, el encuentro, la organización, las acciones y Ya, estamos al otro lado de la barda observando los resultados y listos para comenzar el mismo nuevo ciclo.

La nueva consigna es que “El capital no es del capitalista sino de la sociedad entera” porque no es el capitalista con sus trabajadores los que de verdad pueden generarlo, son las comunidades quienes tienen la verdadera potestad de hacerlo a través del consumo, puesto que es el consumo masivo la condición indispensable para la construcción del capital y la riqueza, en la medida de su capacidad acumuladora a través de la cantidad y en la medida en que a su filo inicial es donde se encuentra el punto nodátil productor de capital.

Los vetos comerciales tienen como valor agregado más ganancia social en la medida que constituyen una forma más civilizada de lucha de clases, donde las confrontaciones personales y guerreristas, forjadoras de ambientes de muerte y barbarie, empiecen a ser cosa del pasado. Es llevar la dinámica social al siguiente nivel superior y aportar al desarrollo. Las organizaciones populares deben revisar sus métodos de lucha y contemplar nuevas formas de hacerlo y los vetos comerciales pueden ser la estrategia a promover comunitariamente.

Hay grupos humanos importantes, tanto cuantitativa como cualitativamente, que quisieran aportar a las reivindicaciones populares, pero su sensibilidad y criterio sobre valores humanos no les permite ejercer los instrumentos tradicionales de confrontación popular, los que encontrarían en el veto comercial ese instrumento “pasivo” de ejercer la presión social. Además, la lucha por las reivindicaciones populares trasciende de un problema particular de las fuerzas productivas diseminadas en los diversos sindicatos y demás organizaciones a una lucha comunitaria total, promotora de sinergia y propiedades emergentes. Ejercicio en el que seguramente habrá muchas equivocaciones que se irán subsanando hasta consolidar el método y el nuevo orden social.

Pero también, en aras de un mejor manejo social y las reivindicaciones económicas de las comunidades, se necesita decir que la economía debe retraerse, reducir la circularidad del ejercicio económico, es decir, las economías deben ser más locales o regionales y de esa manera hacerlas mas accesibles a las comunidades, tanto en lo conceptual, lo logístico como en lo cultural y social.

Al retraer y reducir la mirada a la circularidad del ejercicio económico, en y entre los diversos sectores de las regiones y municipalidades, podemos ver como la balanza comercial de estas regiones y comunidades está total y nefastamente inclinada en contra de las economías locales o regionales, pues sus producciones no alcanzan a proveer ni siquiera el diez por ciento de su consumo, cosa que deja sustancialmente inactiva a su población (desempleo), totalmente roto el círculo multiplicador de la economía dentro del ejercicio económico, y así, la comunidad entera encaminada hacia una mayor pobreza cada vez, sin más recurso que los empleos estatales, una mínima oferta privada mal pagada (en los mejores casos) y el resto arañándole a la informalidad ocasional, sin ningún acceso a las vertientes gruesas del flujo económico, que un Estado miope e irresponsable, a través de una legislación antisocial y desnaturalizada, monopoliza para unos pocos particulares nacionales y peor aún, extranjeros.

Solo una vez implantada la economía local a través de acuerdos comunitarios de producción y consumo, se puede ampliar hacia otras economías a través de acuerdos estratégicos que equilibren la relación comercial y económica respecto a la producción, el consumo y demás colateralidades. Para implantar la economía local se debe interponer la producción comunitaria en las líneas de oferta transnacionales respaldada por los vetos comerciales junto a sólidos acuerdos comunitarios de producción y consumo que incluyan la ganancia socio-económica.

Pero los vetos comerciales, acuerdos comunitarios de producción y consumo más los acuerdos comerciales estratégicos con otras organizaciones económicas no tendrían trascendencia económica y social sin el desarrollo de lo que se conoce como Productividad, la cual se nutre del conocimiento y desarrollo tecnológico, tiene sus propias incidencias particulares, relaciones transaccionales y muchas otras tantas complejidades que deben dilucidarse, afrontarse y resolverse paulatina y convenientemente.

En otras palabras, las comunidades tienen muchas e importantes tareas, muchos y arduos caminos que recorrer, que aunque son muy prometedores producen pereza y hasta miedo; pero basta mirar y evaluar nuestro desorden social actual y su perspectiva, para saber que no tenemos otra opción mas que incluirnos sin remilgos ni jactancias en el discurrir evolutivo. Es como estar al borde del abismo con el agresor al frente atacando; o luchamos contra ese agresor, posible de vencer, hasta vencerlo o caemos al vacío para morir irremediablemente.

Finalmente es necesario decir: Mucho cuidado! Mucho estudio! Mucha responsabilidad! Porque si los secretos del ejercicio económico aún no se han desentrañado es por la compleja influencia dialógica e integral de cada componente de la dimensión humana. No sea que de guatemala vamos a “guatepeor”, al propiciar en las sensibles estructuras económicas, desbarajustes generadores de caos comercial y productivo que termine en graves perjuicios sociales.

Aunque es posible generar comportamientos emergentes a partir de acciones totalmente libres, en el campo social no se tienen experiencias y por lo tanto no se puede salir a vetar arbitraria o indiscriminadamente; se requiere una mínima organización social que proyecte los efectos del veto. Un veto es cerrar una puerta que automáticamente abre otras, y necesariamente deben sopesarse.

El fin no es vetar. El veto es un instrumento de presión social para que la fuerza del consumo se revierta en beneficios comunitarios y el capital se integre a esa fuerza conjunta que toda sociedad necesita para ser mejor y desarrollarse.

El fin es la organización a través de nuevas estructuras sociales, constituyentes de una mayor y mejor institucionalidad (eslabón contiguo a la individualidad en el desarrollo estructuralista evolutivo), que desde el ejercicio y construcción humanos, tanto del interior (Fisiología y conciencia) como del entorno, logren proporcionar el ambiente para construir y ejercer los elementos instrumentales y actitudinales, capaces de llevar la humanidad, de la mejor manera, el tramo necesario por el camino del desarrollo y la evolución.










TOMÁS MONTILLA DÍAZ
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